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Introducción

La dermatología abarca, además de la piel, el estudio de las patologías que afectan a sus anexos. El aparato ungueal involucra un amplio número de enfermedades que pueden alterar la estructura propia de la uña o bien del tejido circundante; dichas patologías pueden tener repercusiones locales o bien alterar la dinámica general del paciente, al grado de que en ocasiones llega a incapacitarlo para realizar sus labores cotidianas. Los desencadenantes de problemas a este nivel pueden ser de origen endógeno —por ejemplo, asociados con enfermedades sistémicas— o bien por factores exógenos —como exposición a medicamentos o traumatismos.

Distinto a lo que se pudiera suponer, la gama de padecimientos en la uña es amplia y no sólo presenta procesos infecciosos producidos por hongos sino, por el contrario, es factible encontrar entidades bacterianas, inmunitarias, iatrogénicas, por exposición a eventos traumáticos o a agentes físicos y químicos, así como un amplio espectro de lesiones tumorales benignas y malignas.

Este capítulo aborda las características generales de las uñas, los signos clínicos encontrados en la exploración y algunas de las afecciones frecuentes en la consulta dermatológica, así como las prácticas quirúrgicas más utilizadas para corregir problemas como la onicocriptosis.

Morfología y fisiología

A fin de comprender los procesos nosológicos que impactan a las uñas es preciso primero comprender su estructura y fisiología normales. El aparato ungueal debe ser considerado como una unidad funcional conformada por tres elementos principales: 1) la lámina ungueal, 2) el lecho sobre el que ésta se asienta y 3) los tejidos circundantes.

Las uñas son estructuras queratinizadas que cubren la cara dorsal y distal de los dedos de las manos y los pies. Su desarrollo embrionario inicia hacia el tercer mes de gestación en la 10a. semana, tras una interacción entre las láminas mesodérmica y ectodérmica. Su crecimiento corre desde la matriz (estructura responsable de la onicogénesis) hasta el borde libre en la porción distal del dedo. Persiste hasta la muerte y avanza con una velocidad de medio milímetro por mes en los pies y hasta cuatro milímetros por mes en las manos, lo cual puede variar con la edad, factores alimenticios y/o con estímulos ambientales.

De la profundidad a la superficie, las uñas se soportan sobre la falange distal del dígito y las prolongaciones óseas que la acompañan, el ligamento lateral interóseo y el tendón extensor del dedo. La lámina ungueal carece de fibras nerviosas y vasos sanguíneos; la compleja inervación que la circunda otorga capacidades de alta sensibilidad y fino discernimiento táctil. Las ricas vascularidades linfática, arterial y venosa predominan en la parte distal del dedo y aportan por difusión los nutrimentos necesarios para el desarrollo de esta estructura. Se advierten elementos propios de la observación directa como la “cutícula” adherida al pliegue proximal, que funciona como un aislante, y una semiluna blanquecina subungueal llamada “lúnula”, que carece de mayor ...

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