17a Prurigo por garrapatas
Las garrapatas son arácnidos de estructura quitinosa que se adhieren firmemente (fig. 17-8) por medio de quelíceros dentados que laceran la epidermis y la abren. Pueden transmitir virus, espiroquetas y bacterias. Causan epizootias en animales, y en ocasiones afectan a humanos en el medio rural.
Generan una reacción local a cuerpo extraño y puede haber una reacción generalizada por hipersensibilidad a las sustancias que inyectan. En niños afectan la cabeza y el cuello, y en adultos el tronco y las extremidades; hay una pápula con un halo eritematoso o equimótico de más de 4 cm, y en ocasiones una ampolla o zona de necrosis. Las lesiones pueden curar en 3 a 4 semanas o persistir meses (fig. 17-9).
Otras formas de estos prurigos dependen de larvas que se encuentran en el pasto.
El estudio histológico revela dilatación vascular o una reacción granulomatosa y restos del parásito.
El tratamiento consiste en extraer la garrapata y cuidar de no dejar fragmentos, lo que requiere matarla previamente con éter o cloroformo; también se puede calentar un poco la parte externa del insecto. En casos por larvas es útil el benzoato de bencilo.
Escabiasis (fig. 88-5), varicela (fig. 106-1), dermatitis herpetiforme (fig. 42-1), liquen plano (figs. 49-1 y 49-3), pitiriasis liquenoide (fig. 166-2), urticaria (fig. 20-1) y exantemas virales.