Sífilis temprana (fig. 51-1), herpes zoster (fig. 107-3), candidosis oral o genital (figs. 96-2 y 96-10), síndrome de Stevens-Johnson (fig. 13-1), dermatitis por contacto (fig. 4-2), impétigo (fig. 72-1), enfermedad de Behçet (figs. 164-7 y 164-8), escabiasis (fig. 88-4), aftas (fig. 105-8).
105a Aftas Sinonimia
Estomatitis aftosa recurrente; periadenitis mucosa necrótica recurrens; aftas mayores, menores o herpetiformes.
Definición Úlceras orales únicas o múltiples, dolorosas y recurrentes, de 2 a 3 mm hasta más de 1 cm de diámetro. Se clasifican en mayores, menores y herpetiformes.
Datos epidemiológicos La prevalencia es de 5 a 66% (promedio, 30%) en la población general; son frecuentes en Norteamérica y raras en Arabia. Las menores y mayores se observan en ambos sexos por igual; empiezan entre los 10 y 19 años de edad, y las herpetiformes entre los 20 y 29 años, y predominan en mujeres.
Etiopatogenia Se desconoce; se han relacionado con factores hereditarios (puede haber antecedentes familiares, pero no está clara la relación con antígenos leucocitarios humanos [human leukocyte antigen, HLA]), dietéticos y nutricionales (deficiencias de hierro, ácido fólico y vitamina B12), endocrinos, infecciosos (se ha sugerido la presencia de un microorganismo o un estímulo antigénico), inmunitarios (atopia), y traumáticos; alteraciones en la integridad de la barrera mucosa; muchas veces son idiopáticas. Pueden ser la expresión de una enfermedad inflamatoria, autoinmunitaria o del tejido conjuntivo (síndrome de Sweet, neutropenia cíclica, síndrome periódico de fiebre y faringitis) e incluso pueden representar una forma incompleta de enfermedad de Behçet.
Cuadro clínico Comienzan durante la niñez o la adolescencia. Se trata de una o varias úlceras redondeadas u ovales, dolorosas, que pueden estar cubiertas de seudomembranas y rodeadas de eritema (fig. 105-8). Se presentan a intervalos de días a meses. Las aftas menores son las más frecuentes (90%); se observan 1 a 5 lesiones, que afectan labios y lengua, y no dejan cicatriz. Las mayores son más raras y graves; se encuentran 1 a 10, miden hasta 3 cm de diámetro, y pueden afectar también paladar y faringe, y dejar cicatrices (8%); son crónicas y pueden persistir más de 20 años; las herpetiformes son 10 a 100 y miden 1 a 2 mm, pero si confluyen pueden ser mayores (1%). Las menores duran de 4 a 14 días y recurren en 1 a 4 meses; las otras duran más de un mes y por lo general recurren en meses. También se clasifican en simples y complejas; se dice que son simples cuando hay pocas lesiones y un máximo de tres recurrencias al año; las segundas son continuas y se relacionan con enfermedades sistémicas o úlceras genitales (cap. 158).
Datos histopatológicos El estudio histopatológico muestra una úlcera mucosa con infiltrado inflamatorio mixto; durante la fase preeruptiva se observa un infiltrado inflamatorio mononuclear (CD4+), y en la ulcerada, linfocitos supresores (T8) que quedan reemplazados por T4 durante la etapa de cicatrización. Puede haber leucocitos y depósitos de IgG y complemento.
Tratamiento Ninguno es eficaz. Los mejores palian los síntomas, pero no evitan las recurrencias. Se utilizan glucocorticoides locales, antimicrobianos como tetraciclinas, enjuagues orales con clorhexidina al 0.2 a 1%, o benzidamina; crema con ácido 5-aminosalicílico al 5% tres veces al día; parches con hidrogeles bioadhesivos de extracto de regaliz.
En casos graves se administran glucocorticoides sistémicos; colchicina, 1 a 2 mg/día. La talidomida, en dosis de 100 a 200 mg por día, es de las más eficaces (véanse en el capítulo 82 las precauciones respecto a su uso). Se ha empleado pentoxifilina, 400 mg tres veces al día durante tres meses. El levamizol, el factor de transferencia, la gammaglobulina, el cromoglicato de sodio o la dapsona o diaminodifenilsulfona (DDS) dan resultados variables.