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El infarto agudo del miocardio (AMI, acute myocardial infarction) es una de las entidades diagnosticadas con mayor frecuencia en sujetos hospitalizados en países industrializados. En Estados Unidos, 650 000 pacientes en promedio presentan AMI nuevo y 450 000 infarto recurrente, cada año. La mortalidad temprana (a 30 días) por AMI se acerca a 30%, y más de 50% de las víctimas fallece antes de llegar al hospital. En los últimos 20 años, la mortalidad después de hospitalización por AMI ha disminuido cerca de 30%, pero alrededor de uno de cada 25 pacientes que sobreviven a la hospitalización inicial, fallece en los 12 meses siguientes al infarto. La mortalidad es cuatro veces mayor en los ancianos (mayores de 75 años) que en pacientes jóvenes.
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Cuando se valora por primera vez a la persona con molestia isquémica aguda, el diagnóstico provisional es un síndrome coronario agudo (fig. 245-1). El electrocardiograma (ECG) de 12 derivaciones es un elemento de importancia decisiva en el diagnóstico y clasificación de pacientes, porque está en el centro de la vía de decisiones respecto al tratamiento. Permite diferenciar a los pacientes cuya manifestación inicial es la elevación del segmento ST, de aquellos cuyos síntomas iniciales no incluyen tal elevación. Se obtienen biomarcadores cardiacos séricos para diferenciar entre la angina inestable (UA, unstable angina) e infarto del miocardio sin elevación del segmento ST (NSTEMI, non-ST-segment myocardial infarction) y valorar la magnitud del infarto de miocardio con elevación del segmento ST (STEMI, ST-segment elevation myocardial infarction). El capítulo presente se ocupa de la valoración y el tratamiento de personas con STEMI, en tanto que en el capítulo 244 se expone lo referente a angina inestable e MI sin elevación del segmento ST.
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