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Es difícil establecer el diagnóstico con base solamente en el cuadro clínico, por la gran semejanza con muchas enfermedades que presentan erupciones, el cuadro inicial heterogéneo, y la gran frecuencia de enfermedad subclínica y leve.
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Las enfermedades que guardan semejanza en su cuadro inicial con la rubeola incluyen escarlatina, roséola, toxoplasmosis, eritema infeccioso, sarampión y trastornos que presentan linfadenopatía suboccipital y retroauricular como parte de los mismos. Por todo lo comentado, se considera que la única forma fiable de confirmar la presencia de enfermedad aguda es la corroboración de la infección por virus de rubeola, por medio de estudios de laboratorio.
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La detección de la infección de rubeola por medio de estudios de laboratorio se realiza por métodos serológicos y virológicos. En el caso de la rubeola adquirida el diagnóstico serológico es más común y depende de la de-mostración de anticuerpos IgM en una muestra de suero de fase aguda o un incremento cuádruple en el título de anticuerpos IgG entre las muestras de suero de fase aguda y de convalecencia. La técnica de captura de IgM por medio de enzimoinmunosorbentes se considera más exacta para el diagnóstico serológico, pero también es aceptable la medición indirecta de IgM. Después de infección por virus de rubeola se puede detectar el anticuerpo IgM incluso a las seis semanas. En caso de que las muestras obtenidas antes de cinco días del comienzo de la erupción no tengan IgM, habrá que repetir el estudio serológico. A pesar de que es una situación poco frecuente, es posible que haya reinfección con el virus de rubeola y puede haber anticuerpos de IgM. Para detectar un incremento en el título de anticuerpos de tipo IgG que denoten la presencia de enfermedad aguda, es importante reunir una muestra de suero de fase aguda, en término de siete a 10 días de haber comenzado la enfermedad, y la muestra de la fase de convalecencia, 14 a 21 días después de haber obtenido la primera muestra.
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La valoración de la avidez de IgG se utiliza junto con la cuantificación del mismo anticuerpo. Los anticuerpos de poca avidez denotan infección reciente, en tanto que los maduros o con gran avidez muy posiblemente indican que la infección se produjo al menos dos meses antes. El método anterior permite diferenciar la infección primaria, de la reinfección. El método de avidez puede ser útil en particular para diagnosticar rubeola en embarazadas y valorar el riesgo de CRS.
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El virus de rubeola se aísla de la sangre y la nasofaringe en el periodo prodrómico, incluso dos semanas después de haber comenzado el exantema. Sin embargo, la secreción del virus en individuos con rubeola adquirida es máxima poco antes que aparezcan las maculopápulas o incluso cuatro días después de tal fenómeno, razón por lo cual constituye el lapso óptimo para obtener las muestras para cultivos virales. La rubeola también se diagnostica por detección del RNA viral en una reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa (RT-PCR; reverse-transcriptase polymerase chain reaction).
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Síndrome de rubeola congénita
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El diagnóstico de CRS sobre bases clínicas es razonable cuando el cuadro inicial en un lactante es una combinación de cataratas, deficiencia auditiva y defectos cardiacos; este conjunto se detecta en casi 10% de lactantes con CRS. Los pacientes pueden tener inicialmente combinaciones diferentes de defectos, con arreglo al hecho de que la infección ocurra durante la gestación. La deficiencia auditiva es el defecto aislado más común de CRS. Sin embargo, tal como ocurre con la rubeola adquirida, se recomienda decididamente el diagnóstico de laboratorio de la infección congénita, en particular porque muchos de los signos del cuadro inicial son inespecíficos y pueden corresponder a otras infecciones intrauterinas. El diagnóstico temprano de CRS facilita la intervención médica apropiada contra discapacidades específicas e impulsa la realización de medidas de erradicación de la infección.
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Los métodos diagnósticos utilizados para confirmar la presencia de CRS incluyen técnicas serológicas y detección de virus. En un lactante con infección congénita normalmente surgen los anticuerpos de tipo IgM en suero incluso por seis meses, pero pueden detectarse 12 meses después del nacimiento. En algunos casos es posible que no se detecte el anticuerpo mencionado a partir del mes de edad, y en estas situaciones, los pequeños que muestran síntomas compatibles con CRS, pero cuyos estudios son negativos poco después del nacimiento, deben someterse a las mismas pruebas al mes de vida. El título de IgG sérica de rubeola más allá del tiempo esperado de la transferencia pasiva de anticuerpos de IgG maternos (es decir, títulos de rubeola que no disminuyen con la rapidez prevista, de la dilución al doble por mes), es otro criterio serológico utilizado para confirmar CRS.
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En la infección congénita, se aísla el virus de rubeola más a menudo del exudado faríngeo y con menor frecuencia de la orina y el líquido cefalorraquídeo. Los pequeños con rubeola congénita pueden excretar el virus incluso durante un año, pero hay mayor posibilidad de que sean positivas las muestras para aislar el virión si se obtienen en los primeros seis meses desde el nacimiento. El virus de rubeola en lactantes con CRS también se detecta por medio PCR por RT.
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Diagnóstico de rubeola en embarazadas
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En Estados Unidos, la detección sistemática de anticuerpos IgG de rubeola es recomendable como parte de la atención sistemática prenatal. Se considera que son inmunes las embarazadas con una prueba serológica positiva de IgG. Las embarazadas susceptibles deben ser vacunadas después del parto.
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Es importante buscar anticuerpos de tipo IgM en toda embarazada susceptible expuesta al virus de rubeola, buscar un incremento cuádruple en el título de anticuerpos IgG entre las muestras de suero de fase aguda y de convalecencia, o cumplir con ambas condiciones, para saber si la mujer se infectó durante el embarazo. Las embarazadas con manifestaciones de infección aguda deben ser vigiladas sobre bases clínicas y es necesario conocer la edad gestacional en el momento de la infección de la madre, para valorar la posibilidad del riesgo al feto. De las mujeres infectadas con virus de rubeola durante las primeras 11 semanas de gestación incluso 90% tiene un hijo con CRS; en el caso de la infección de la madre en las primeras 20 semanas del embarazo la tasa de CRS es de 20 por ciento.
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TRATAMIENTO: RUBEOLA
No se cuenta con un tratamiento específico para la infección por el virus de rubeola. Son adecuadas las medidas sintomáticas contra diversas manifestaciones como la fiebre y las artralgias. Los concentrados de inmunoglobulina no evitan la infección después de exposición al virus, y en consecuencia, no se les recomienda como profilaxia sistemática después de la exposición. Este concentrado puede modificar o suprimir los síntomas, pero genera una sensación injustificada de seguridad; muchos pequeños con rubeola congénita fueron hijos de mujeres que recibieron el concentrado inmunoglobulínico poco después de la exposición. Se considera la administración de dicha inmunoglobulina, sólo si la embarazada que estuvo expuesta a la rubeola no considera la terminación de su embarazo bajo todas las circunstancias. En esos casos, la administración IM de 20 mL de concentrado inmunoglobulínico en término de 72 h de exposición a la rubeola puede aminorar el riesgo de padecer la enfermedad, aunque no lo elimina por completo.