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Hasta la mitad de las infecciones por el virus de la parotiditis es asintomática o causa síntomas respiratorios inespecíficos. Las infecciones asintomáticas son más frecuentes en adultos que en niños. El pródromo de la parotiditis consiste en febrícula, malestar, mialgia, cefalea y anorexia. Entre 70 a 90% de las infecciones sintomáticas existe parotiditis, inflamación aguda unilateral o bilateral de la parótida u otras glándulas salivales que dura más de dos días y no tiene otra causa aparente; por lo general aparece en las 24 h siguientes a los síntomas prodrómicos, aunque a veces tarda hasta una semana. A menudo, la inflamación parótida es bilateral, aunque es posible que el compromiso no afecte ambos lados al mismo tiempo. El compromiso unilateral se documenta en casi un tercio de los casos. La inflamación de la parótida se acompaña de sensibilidad y oclusión del espacio entre el lóbulo de la oreja y el ángulo mandibular (figs. 231e-2 y 231e-3). El paciente a menudo refiere dolor de oído y tiene dificultad para comer, deglutir o hablar. El orificio del conducto parotídeo a menudo está rojo e inflamado. La afección de las glándulas submaxilares y sublinguales es menos frecuente que la parótida, y casi nunca se afectan solas. La inflamación glandular aumenta durante unos cuantos días y luego cede de manera gradual, desaparece en una semana. La sialoadenitis recurrente es una secuela rara de la parotiditis. En casi 6% de los casos, la obstrucción del drenaje linfático secundario a la inflamación bilateral de las glándulas salivales puede ocasionar edema blando preesternal, a menudo acompañado de adenitis submandibular y raras veces de edema supraglótico, más peligroso para la vida.
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La epididimoorquitis es la siguiente manifestación más frecuente de la infección por el virus de la parotiditis, se desarrolla en 15 a 30% de los varones pospuberales, con compromiso bilateral en 10 a 30% de estos casos. La orquitis se acompaña de fiebre y casi siempre ocurre en la primera semana de la parotiditis, aunque puede desarrollarse hasta seis semanas después o en ausencia de ésta. El testículo es doloroso y sensible, y puede aumentar varias veces su tamaño normal; este trastorno casi siempre se resuelve en una semana. La mitad de los varones afectados desarrolla atrofia testicular. La esterilidad después de la parotiditis es rara, aunque se calcula que la fertilidad es inferior a la óptima en 13% de los casos de orquitis unilateral y en 30 a 87% de los casos con compromiso bilateral. Cerca de 5% de las mujeres con parotiditis desarrolla ooforitis, que se acompaña de dolor abdominal inferior y vómito, pero sólo en raras ocasiones se vincula con esterilidad o menopausia prematura. La infección por parotiditis en mujeres pospuberales también puede incluir mastitis.
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La pleocitosis del LCR documentada indica que el virus de la parotiditis invade el SNC en casi 50% de los casos. Sin embargo, la enfermedad sintomática del SNC, casi siempre en forma de meningitis aséptica, ocurre en <10% de los casos, con predominio en los varones. Los síntomas de la meningitis aséptica (p. ej., rigidez cervical, cefalea y somnolencia) aparecen alrededor de cinco días después de la parotiditis y a menudo en ausencia de compromiso parotídeo. Es probable que en las primeras 24 h predominen los leucocitos polimorfonucleares en el LCR (1 000 a 2 000 células/μL), pero para el segundo día casi todas las células son linfocitos. La concentración de glucosa en el LCR puede ser baja y la de proteína, baja, un patrón que recuerda la meningitis bacteriana. La meningitis por el virus de la parotiditis es una manifestación autolimitada sin riesgo significativo de muerte o secuelas de largo plazo. En ocasiones, las parálisis de nervios craneales dejan secuelas permanentes, en particular sordera. La incidencia publicada de pérdida auditiva por esta infección varía entre 1 en 1 000 y 1 en 100 000. En casi 0.1% de las infecciones, el virus causa encefalitis manifestada por fiebre alta con cambios marcados en el nivel de consciencia, convulsiones y síntomas neurológicos focales. Puede haber alteraciones electroencefalográficas. A veces se identifican secuelas permanentes en los sobrevivientes, y los resultados adversos son más frecuentes que las infecciones en adultos que en las pediátricas. La tasa de mortalidad vinculada con encefalitis por parotiditis es de alrededor de 1.5%. Otros trastornos del SNC ocasionales en la parotiditis incluyen ataxia cerebelosa, parálisis facial, mielitis transversa, hidrocefalia, síndrome de Guillain-Barré, parálisis flácida y cambios conductuales.
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La pancreatitis por parotiditis, que puede manifestarse por dolor abdominal, ocurre en casi 4% de las infecciones, pero es difícil de diagnosticar porque la concentración alta de amilasa sérica puede ser resultado de parotiditis o de pancreatitis. Existe controversia acerca de una relación etiológica del virus de la parotiditis y la diabetes mellitus juvenil. La miocarditis y la fibroelastosis endocárdica son raras y autolimitadas, pero pueden aparecer como complicaciones graves de la infección por parotiditis; no obstante, se informan alteraciones electrocardiográficas hasta en 15% de los casos. Otras complicaciones inusuales incluyen tiroiditis, nefritis, artritis, enfermedad hepática, queratouveítis y púrpura trombocitopénica. Es frecuente la disfunción renal, pero es rara la nefritis grave que ponga en peligro la vida. Aún no se confirma si la parotiditis gestacional se relaciona con un número excesivo de abortos espontáneos. La parotiditis en el embarazo no parece ocasionar parto prematuro, peso bajo al nacer ni malformaciones fetales.