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(Véase también el cap. 405) La hormona tiroidea ejerce una enorme influencia en el aparato cardiovascular gracias a mecanismos directos e indirectos, por lo que no sorprende que se observen efectos cardiovasculares importantes tanto con el hipotiroidismo como con el hipertiroidismo. La hormona tiroidea intensifica el metabolismo corporal total y el consumo de oxígeno, los cuales de manera indirecta aumentan la carga de trabajo del corazón. Además, la hormona tiroidea ejerce efectos inotrópicos, cronotrópicos y dromotrópicos similares a los que surgen con la estimulación adrenérgica (como taquicardia, incremento del gasto cardiaco); son mediados, cuando menos en parte, por los efectos transcriptivos y no transcriptivos de la hormona tiroidea en la miosina, la ATPasa activada por calcio, la ATPasa de sodio y potasio y receptores adrenérgicos β del miocardio.
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Entre las manifestaciones cardiovasculares frecuentes del hipertiroidismo están palpitaciones, hipertensión sistólica y fatiga. En cerca de 40% de los sujetos hipertiroideos se detecta taquicardia sinusal, y en alrededor de 15%, fibrilación auricular. En la exploración física se identifica a veces un estado hiperdinámico precordial, ensanchamiento de la presión diferencial, aumento de la intensidad del primer ruido cardiaco y del componente pulmonar del segundo ruido, así como la presencia del tercer ruido cardiaco. En sujetos hipertiroideos se ha descrito una mayor incidencia de prolapso de la válvula mitral, y en este caso se puede captar un soplo mesosistólico en el borde esternal izquierdo, con un clic mesosistólico o sin él. Se puede percibir un frote pleuropericárdico sistólico (brote de Means-Lerman) en el segundo espacio intercostal izquierdo durante la espiración, y se piensa que es consecuencia del movimiento hiperdinámico del corazón.
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Algunos ancianos con hipertiroidismo tienen en los comienzos sólo manifestaciones cardiovasculares de tirotoxicosis, como taquicardia sinusal, fibrilación auricular e hipertensión, que pueden ser resistentes al tratamiento hasta que se controla el hipertiroidismo. La angina de pecho y la CHF son poco comunes en el hipertiroidismo, salvo que coexista alguna cardiopatía, y en tales casos los síntomas suelen mostrar resolución cuando se trata el hipertiroidismo.
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Entre las manifestaciones cardiacas del hipotiroidismo están la disminución del gasto cardiaco, del volumen sistólico, de la frecuencia cardiaca, de la presión arterial y de la presión diferencial. En cerca de 33% de los pacientes se identifica derrame pericárdico que muy pocas veces evoluciona hasta llegar al taponamiento y tal vez sea consecuencia de la mayor permeabilidad capilar. Otros signos clínicos comprenden cardiomegalia, bradicardia, pulsos arteriales débiles, ruidos cardiacos distantes y derrame pleural. Si bien los signos y los síntomas del mixedema pueden simular los de CHF, en ausencia de otras cardiopatías es poco común la insuficiencia del miocardio. En el ECG por lo regular se identifica bradicardia sinusal y bajo voltaje, así como prolongación del intervalo QT, disminución del voltaje de onda P, prolongación del tiempo de conducción AV, perturbaciones de la conducción intraventricular y anomalías inespecíficas de la onda ST-T. En las radiografías de tórax se puede identificar cardiomegalia, a menudo con una configuración en “botella de agua”; derrames pleurales y, en algunos casos, manifestaciones de CHF. En el estudio histopatológico se advierte que el corazón está pálido y dilatado y suele mostrar turgencia de miofibrillas, pérdida de estrías y fibrosis intersticial.
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Los individuos con hipotiroidismo suelen mostrar mayores concentraciones de colesterol y de triglicéridos, que culminan en CAD aterosclerótica prematura. Antes del tratamiento con la hormona tiroidea, los sujetos con hipotiroidismo casi nunca tienen angina de pecho, tal vez por las pocas exigencias metabólicas que impone su trastorno. Sin embargo, pueden surgir angina e infarto del miocardio cuando se inicia la sustitución de hormona tiroidea, sobre todo en ancianos con una cardiopatía subyacente. Por tal razón, hay que realizar con gran cuidado la sustitución y comenzar con dosis pequeñas que se aumentan poco a poco.