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El infarto agudo del miocardio (AMI, acute myocardial infarction) es una de las entidades diagnosticadas con mayor frecuencia en sujetos hospitalizados en países industrializados. En Estados Unidos, 525 000 pacientes en promedio presentan AMI nuevo y 190 000 infarto recurrente, cada año. Más de la mitad de fallecimientos por AMI ocurren antes de que la persona afectada llegue al hospital. La cifra de mortalidad intrahospitalaria después de internamiento por AMI ha disminuido de 10 a 6%, aproximadamente, en el último decenio. La mortalidad anual después de AMI se acerca a 15%. La mortalidad es cuatro veces mayor en los ancianos (mayores de 75 años) que en pacientes jóvenes.
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Cuando se valora por primera vez a la persona con dolor isquémico agudo, el diagnóstico provisional es un síndrome coronario agudo (fig. 295-1). El electrocardiograma (ECG) de 12 derivaciones es un elemento de importancia decisiva en el diagnóstico y clasificación de pacientes, porque está en el centro de la vía de decisiones respecto al tratamiento. Permite diferenciar a los pacientes cuya manifestación inicial es la elevación del segmento ST, de aquellos cuyos síntomas iniciales no incluyen tal elevación. Se obtienen biomarcadores cardiacos séricos para diferenciar entre la angina inestable (UA, unstable angina) e infarto del miocardio sin elevación del segmento ST (NSTEMI, non-ST-segment myocardial infarction) y valorar la magnitud del infarto del miocardio con elevación del segmento ST (STEMI, ST-segment elevation myocardial infarction). Este capítulo revisa la valoración y el tratamiento de personas con STEMI, en tanto que en el capítulo 294 se expone lo referente a angina inestable e MI sin elevación del segmento ST.
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