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Miguel Ernesto González Castañeda • Antonio Reyna Sevilla • Joel Fonseca León
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La salud de la población ha sido definida como “un estado de completo bienestar físico, psíquico y social transitorio, y no sólo la ausencia de enfermedad”. Se considera en la mayoría de los estados un derecho fundamental (humano y de justicia social). Afirma Frenk que “es en la salud donde confluyen lo biológico y lo social, el individuo y la comunidad, lo público y lo privado, el conocimiento y la acción”.1
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El mismo autor agrega que, “en un sentido abstracto, el campo de la salud analiza dos grandes objetos de estudio: las condiciones y las respuestas. Las condiciones son los procesos de carácter biológico, psicológico y social que definen la situación de salud en un individuo o una población. Por respuesta no nos referimos a la reacción fisiopatológica interna frente a un proceso mórbido, sino a la respuesta externa que la sociedad instrumenta (sic) para mejorar las condiciones de salud”.
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En ese mismo sentido, el hombre como ser bio-psico-social se adapta a las condiciones de su entorno por los vínculos que establece con otros seres (familia y sociedad) de manera dinámica en tiempo y espacio; aunque algunas circunstancias o determinantes modifican esa relación, como la interacción social, la tecnología, las comunicaciones o la situación demográfica, entre otros.
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En México observamos cambios en este panorama, como el envejecimiento de la población con su respectivo deterioro crónico, incremento de las diferentes modalidades de violencia y sus consecuencias, cambios ambientales y efectos destructivos de desastres naturales y antropogénicos, por mencionar algunos. Esto se manifiesta en situaciones epidemiológicas muy distintas en el campo y la ciudad, entre infantes, jóvenes y adultos, que cuenten o no con cualquier nivel de atención a la salud. Así, los servicios de salud se encuentran rebasados en la atención de los diversos efectos de una débil prevención y promoción del bienestar físico, lo que se refleja en el incremento de casos por procesos crónicos, como el cáncer en sus diferentes fases de detección, diabetes e hipertensión (cada vez a más temprana edad), así como enfermedades emergentes, reemergentes o incluso desconocidas. Este escenario se agudiza por la falta de equidad en la atención de la salud en cuanto a la prevención, promoción y detección oportuna, además de cobertura por parte de los servicios médicos.
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Por lo anterior, los profesionales de esta rama están obligados a contar o mejorar sus competencias profesionales en el área de salud pública, en relación con los determinantes que influyen sobre las circunstancias en que las personas nacen, crecen, viven, se organizan socialmente y envejecen, incluyendo las decisiones en este sentido por parte del gobierno. Según la Organización Mundial de la Salud, esas condiciones se conocen como “determinantes sociales de salud” y explican la mayoría de las inequidades sanitarias, esto es, de las diferencias injustas ...