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Las operaciones ampliadoras del canal blando del parto son de dos tipos: las encaminadas a la dilatación del anillo cervical y las encaminadas a la dilatación del anillo vulvoperineal. La segunda puede ser de dos tipos: la dilatación roma, que se efectúa con la mano o bien con instrumentos romos como valvas, y la de tipo quirúrgico, en la que se contempla la episiotomía.
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La mayor utilidad de este tipo de operaciones es la de ampliar el canal del parto, con lo que se facilita el nacimiento del feto, o bien le permite al obstetra disponer de un mayor campo operatorio cuando necesite aplicar un instrumento. En años recientes han sido discutidas las indicaciones clásicas de protección del piso pélvico o de profilaxis para incontinencia urinaria, y los estudios clínicos aleatorizados muestran resultados muy distintos en cuanto a profilaxis de la estática pélvica. A lo largo de la historia, múltiples autores trataron de inmortalizar su nombre con distintas maniobras o procedimientos que sólo se mencionan por su valor histórico, sin olvidar que cualesquiera de estas maniobras puede llegar a ser útil en determinadas situaciones.
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Operaciones ampliadoras del anillo vulvoperineal
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Dilatación manual o “planchado perineal de Piper”
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Esta técnica fue descrita por Piper en 1929, y consiste en introducir el puño en la vagina, donde luego se realizan movimientos en sentido caudocraneal de forma suave y continua para dilatar la vagina. Para la dilatación del introito vaginal se procede a apoyar dos a tres dedos en la horquilla y a continuación se efectúan movimientos alternantes de izquierda a derecha. Este mismo método se puede realizar con valvas de Sims o de Eastman.
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Las comadronas de países europeos recomiendan la dilatación perineal en el tercer trimestre con uso de agua templada, con la finalidad de facilitar la expulsión y disminuir la tasa de desgarros.
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La episiotomía se considera como parte de las maniobras u operaciones dilatadoras del canal blando o del anillo vulvoperineal. Su vida en la obstetricia ha sido breve pues surgió como necesidad de un nacimiento vaginal forzado y más tarde como moda, puesto que la morbilidad de los nacimientos abdominales era muy alta. Es así que esta técnica, descrita como tal, data de hace más de 150 años, cuando llegó a convertirse en el procedimiento quirúrgico obstétrico más frecuentemente empleado. En la actualidad su papel se halla seriamente cuestionado y gran parte de la literatura aboga por su desaparición o por limitar su práctica sólo a situaciones específicas donde por cuestiones fetales o maternas se requiera ampliar el canal del parto. Pese a ello, en México su práctica está aún muy difundida y es un requisito para todo el personal médico en formación saber realizarla, aprender su reparación, así como tener los fundamentos para poder cuestionarla y reconocer las circunstancias en que ...