En primera instancia, se suele asociar al pueblo judío con la práctica de la circuncisión, aunque en realidad sus orígenes se remontan al periodo paleolítico superior en el sur de Francia, como lo ilustran algunas pinturas rupestres que datan de los años 20000 a 9000 a.C. Se supone que estas operaciones fueron realizadas con la finalidad de mejorar o perjudicar el desempeño sexual, como ofrenda a los dioses o bien como signo del estatus social. Por otro lado, algunos antropólogos suponen que esta práctica se pudo realizar en forma simultánea en varias tribus de diferentes regiones del mundo. Los egipcios son sin duda una de las culturas más antiguas con registros fidedignos de esta práctica quirúrgica; lo que no queda claro es el motivo de su realización, pero algunos indicios parecen indicar que formaba parte de un rito de iniciación sacerdotal o tal vez sólo la realizaba un determinado estrato social.
En la actualidad y en la historia moderna, su práctica más conocida se da en el pueblo judío como parte inherente a su cultura religiosa; la fundamentan como un pacto de Dios con Abraham en la tradición semítica (Génesis 17). Pese a ello, existen reportes de que tal vez esta práctica no formaba parte de esta cultura antes de su estancia en Egipto, que fue el lugar donde primero conocieron y después adoptaron esta costumbre. Como dato que lo fundamente está el hecho de que el mismo Moisés no estaba circuncidado. También llama la atención de que la circuncisión judía difiere hoy con mucho del pacto originalmente instituido. Hasta el año 300 a.C., el ritual exigía tan sólo el desprendimiento de la punta del prepucio. Sin embargo, cuando los atletas judíos viajaron a Grecia para competir en los juegos olímpicos, imitaron a sus anfitriones helénicos cubriéndose el glande con el resto del prepucio, que sujetaban en la punta con una liga. Con el tiempo, se señaló que este tipo de estiramiento daba como resultado un prepucio “helénico perfecto”. Y debido a esta circunstancia los sabios judíos optaron por realizar una operación “más generosa”, de forma que el prepucio no se pudiera retraer de nueva cuenta. Otros apuntes importantes señalan que la controversia gálata, como en ocasiones se le nombra, era una oposición a esta práctica, que en un momento la consideró como un obstáculo para la conversión masiva al cristianismo, como lo refiere la cita bíblica Gálatas 5:6, donde se intenta esclarecer el asunto cuando dice que “la circuncisión o la no circuncisión no importaban a Jesucristo”. También se alude al tema en Corintios 7:18-20, que va todavía más lejos cuando asevera: “La circuncisión no significa nada, y la no circuncisión tampoco; lo que importa es observar los mandamientos de Dios”. En el calendario gregoriano, llamado así por el papa Gregorio XIII, quien ordenó en 1582 abolir el calendario juliano, instituido por Julio César en la Roma Imperial, el 1 de enero se conmemora la circuncisión de Jesús, realizada según las normas hebreas al octavo día de su nacimiento, que fue el 25 de diciembre. Sin embargo, es en los pueblos africanos y en el Medio Oriente donde es una práctica muy difundida ya que es el acto culminante del rito de iniciación a la vida como un joven varón, siendo una prueba de virilidad que no se encuentra prescrita en el Corán.