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A pesar de ser el presente un libro de técnicas de cirugía obstétrica, se determinó la inclusión de este tema en un capítulo específico por su gran trascendencia, ya que en la práctica diaria el obstetra se ve en la necesidad de interrumpir gestaciones por circunstancias maternas y fetales (preeclampsia grave, restricción grave del crecimiento intrauterino, parto pretérmino altamente probable). Por tanto, a manera de práctica común, la madurez pulmonar fetal (MPF) debe valorarse antes de un nacimiento pretérmino yatrógeno, puesto que es un factor importante para determinar el momento del nacimiento. El último órgano en alcanzar la madurez suficiente para que el neonato sobreviva es el pulmón, por lo cual es necesario que el obstetra conozca los métodos y técnicas más comunes para valorar la MPF, pero sin olvidar que este parámetro es sólo uno de todos los que han de valorarse en el pronóstico de un neonato. Las pruebas de MPF incluyen la evaluación del líquido amniótico, que es un parámetro indirecto de la probabilidad de madurez fetal, ya que la evaluación directa de la función pulmonar no es posible. En fechas recientes se han descrito algunos parámetros ultrasonográficos como marcadores potenciales de maduración fetal; sin embargo, todavía se encuentran en estudio y su aplicación clínica es aún lejana.
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Una de las ramas más importantes de la pediatría que siempre va aunada a la obstetricia es la neonatología, tanto es así que algunos programas de residencia médica para obstetricia incluyen una rotación específica en neonatología. El objetivo de ello es sensibilizar al obstetra y ayudar a entender los límites de viabilidad de los fetos-neonatos, que depende también del entorno hospitalario en el que se encuentre.
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Poco después de la muerte de la hija del ex presidente estadounidense John F. Kennedy por premadurez, esta rama de la pediatría cobró auge y recibió un gran apoyo. Uno de los factores de morbimortalidad más importantes de los neonatos es el síndrome de dificultad respiratoria o de membrana hialina. Jost y Policard, en 1948, demostraron que el líquido amniótico contribuía al desarrollo del pulmón fetal, pero fue en 1959 cuando Avery y Mead postularon que la enfermedad de membrana hialina es producida por la deficiencia del factor pulmonar tensoactivo (surfactante). A pesar de conocerse la etiología, por más de una década subsistió el desconocimiento de cómo medir la cantidad de surfactante en el líquido amniótico, hasta que Gluck propuso en 1973 una hipótesis basada en la curva de Liley, empleada para casos de isoinmunización por Rh. Gluck observó diferencias en la relación lecitina/esfingomielina y un año después postuló el mismo método de espectrofotometría para determinar la madurez pulmonar.
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Dos años más tarde, en 1976, en el hospital Lying-In, se inauguró el Laboratorio de pruebas de madurez pulmonar fetal. En forma coincidente, ese mismo año los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos se encontraban realizando un estudio ...