En un metaanálisis de la biblioteca Cochrane realizado en 2012, en el que se analizaron 12 estudios con 3 243 pacientes, se encontró que en la primera etapa del trabajo de parto se presentó una reducción importante en el número de procedimientos de analgesia epidural o administración de sedación aplicados en mujeres que utilizaron la inmersión en agua (478/1 254 contra 529/1 245, RR 0.9, con un IC al 95% de 0.82-0.99). También se presentó una reducción de la primera etapa del trabajo de parto (32 min en promedio), sin diferencias en cesáreas (RR 1.21, con un IC al 95% de 0.87-1.68 en ocho estudios). No se encontraron diferencias en las calificaciones de Apgar < 7 a los cinco minutos (RR 1.58, con un IC al 95% de 0.63-3.93), ni en las admisiones a terapia intensiva neonatal (RR 1.06, con un IC al 95% de 0.71-1.57), ni en las infecciones neonatales (RR 2, con un IC al 95% de 0.5-7.94). Esta revisión concluye que la hidroterapia puede ayudar a reducir los procedimientos de analgesia, pero faltan estudios para valorar la seguridad en la segunda y tercera fases del trabajo de parto.1
En una revisión sistemática con nivel de evidencia IIb se encontró que, de 74 artículos, 16 reportaron complicaciones con explicación detallada de las mismas. Las principales complicaciones consistieron en ahogamiento, hiponatremia, prolapso y rotura del cordón con anemia que requirió transfusión, taquipnea transitoria, neumonía y otras infecciones. Debido al reducido número de casos y a que no se realizaron estudios comparativos, los hallazgos sólo fueron descriptivos. Se concluye que faltan más estudios para valorar la inocuidad y seguridad de esta práctica.2