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La hepatitis B constituye un problema de salud pública a nivel mundial. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que aproximadamente 2 000 millones de personas se han infectado por este virus (HBV) y 378 millones son portadores crónicos, de los cuales entre 15 y 40% desarrollarán complicaciones como cirrosis hepática o carcinoma hepatocelular a lo largo de su vida. Adicionalmente, cada año sobrevienen 4.5 millones de casos de infecciones nuevas, más de 600 000 personas mueren por la enfermedad o sus consecuencias y representan entre 5 y 10% de los pacientes que reciben un trasplante hepático.1-6
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Los estudios muestran que la tasa de progresión a cinco años tras el diagnóstico de hepatitis crónica a cirrosis hepática oscila entre 10 y 20%; de éstos, de 20 a 30% presentarán descompensación y después entre 5 y 15% desarrollarán carcinoma hepatocelular. El pronóstico de los pacientes con cirrosis hepática descompensada no tratada es poco alentador con una supervivencia entre 15 y 35% a cinco años.7
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La mitad de los casos de carcinoma hepatocelular es atribuible a infección crónica por HBV. A nivel mundial, el carcinoma hepatocelular representa el quinto tumor maligno más frecuente (5% del total de cánceres) con una incidencia y mortalidad prácticamente equivalentes, de modo que constituye la tercera causa de muerte en todo el mundo.8,9
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El cuadro 7-1 presenta un breve glosario relacionado con la hepatitis B crónica.
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Indicaciones de tratamiento
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Todos los pacientes con hepatitis B crónica (HBC) y antígeno de superficie del virus de hepatitis B (Ag HBs) positivo deben ser considerados como candidatos a tratamiento antiviral, especialmente cuando existe un nivel de replicación del virus significativo.
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