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La hipertensión portal consiste en el aumento en la presión portal, que puede aparecer en sujetos con cirrosis hepática o sin ella. Se define como un aumento del gradiente de presión veno-venosa entre la vena porta y las venas suprahepáticas por encima del valor normal de 5 mmHg. Las manifestaciones clínicas de la hipertensión portal comienzan cuando el gradiente aumenta por encima de 10 mmHg,1 siendo éste el valor de presión portal por encima del cual se desarrollan las várices. La hipertensión portal puede ser de naturaleza prehepática, intrahepática o posthepática.
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En pacientes con hepatopatía crónica, la hipertensión portal cambia el curso natural de la enfermedad, dado que conlleva múltiples consecuencias, que incluyen el desarrollo de várices gastroesofágicas, ascitis, síndrome hepatorrenal y encefalopatía hepática. La aparición inicial de várices en pacientes con cirrosis hepática indica progresión de la enfermedad de riesgo bajo a riesgo intermedio. Una vez que el sangrado ocurre, esto indica descompensación y progresión a un alto riesgo de mortalidad.2 A pesar de que la mortalidad del episodio agudo de sangrado por várices ha descendido de 60 a 20% a seis semanas en las últimas tres décadas, la aparición de éste se asocia todavía con un riesgo significativo de morbilidad y mortalidad, así como de recurrencia.3,4
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En este contexto, el manejo farmacológico y endoscópico tienen un papel clave en el manejo del sangrado agudo variceal. Los métodos disponibles actualmente permiten el control del episodio de sangrado en 85 a 90% de los casos en los primeros días desde el sangrado inicial.5 A pesar de esto, existe un riesgo de resangrado significativo en las siguientes seis semanas desde el sangrado índice. La recidiva tardía del sangrado ocurre en 60% de los pacientes no tratados durante los primeros uno a dos años, siendo la mortalidad del episodio en este escenario de alrededor de 30%. En consecuencia, los pacientes que sobreviven a un primer episodio de sangrado por várices deben recibir profilaxis secundaria.6
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Este capítulo revisa la historia natural de las várices en la cirrosis, el manejo de los pacientes que presentan un episodio agudo de sangrado por várices, así como la profilaxis primaria y secundaria de la hemorragia por várices.
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Historia natural y diagnóstico de las várices en la cirrosis
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En la mayoría de los casos (80%), las várices gastroesofágicas son la causa de la hemorragia digestiva en los pacientes con cirrosis. Así que ante un episodio de sangrado digestivo agudo en un paciente cirrótico y en tanto no se demuestre lo contrario, el médico debe asumir que la hemorragia es de naturaleza variceal. Aunque la historia clínica es una herramienta útil para asumir el origen variceal de la hemorragia digestiva, el estándar de oro para el diagnóstico es la endoscopia digestiva alta.
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El sangrado agudo variceal es la consecuencia final de un proceso ...