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La ascitis es la complicación más común de la cirrosis, y aparece en más de 50% de los pacientes en el transcurso de 10 años luego del diagnóstico de cirrosis.1-3 La ascitis marca el inicio de empeoramiento del pronóstico y lleva a morbilidad considerable, hospitalizaciones aumentadas y mala calidad de vida.
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La ascitis casi siempre puede manejarse mediante restricción de sal y uso de diuréticos. Cuando se hace imposible movilizar el líquido de ascitis aun con dosis máximas de diuréticos, esto se define como ascitis resistente a tratamiento. Dicho tipo de ascitis explica 5 a 10% de los casos de ascitis y es un signo de muy mal pronóstico; la tasa de supervivencia es tan baja como de 50% a los seis a 12 meses después del diagnóstico.1-4
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En 1996, el International Ascites Club (IAC) definió a la ascitis resistente a tratamiento como aquella que no se puede movilizar, o cuya recurrencia temprana (esto es, después de paracentesis) no se puede prevenir de manera satisfactoria mediante terapia médica.4 La ascitis resistente a tratamiento puede subclasificarse como ascitis resistente a diurético, o ascitis intratable con diurético. La ascitis resistente a diurético es aquella que no se puede movilizar o cuya recurrencia temprana no se puede prevenir debido a la falta de respuesta a la restricción del sodio en la dieta y tratamiento diurético intensivo (furosemida hasta 160 mg/día, y espironolactona, hasta 400 mg/día). La ascitis intratable con diurético es aquella que no se puede movilizar o cuya recurrencia temprana no se puede prevenir debido a la aparición de complicaciones inducidas por diurético (como insuficiencia renal, hiponatremia, hipopotasemia o hiperpotasemia, encefalopatía) que impiden el uso de una dosificación eficaz de diurético.3-5
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El IAC ha revisado después los criterios específicos para el diagnóstico de ascitis resistente a tratamiento (cuadro 24-1).4,5
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