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Para que una célula prolifere y se multiplique, es necesario el riego sanguíneo. Las lesiones en crecimiento, cuyo metabolismo es más acelerado que el de otras, tienen una mayor demanda de flujo sanguíneo.
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La presencia de vasos en una lesión proliferante dada, un hecho conocido hace largo tiempo, fue el punto de partida para su búsqueda e identificación. La dermatoscopia, una técnica no invasiva que pone al descubierto estructuras magnificadas, a su vez evolucionó hasta que permitió observar esos vasos, que de otra manera no eran visibles.
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Al comienzo de la dermatoscopia, con el dermatoscopio de luz no polarizada de contacto, podían verse estructuras oscuras como la red de pigmento, los glóbulos y puntos, etc., mientras que los vasos no se distinguían con claridad. Luego se desarrollaron dermatoscopios de luz polarizada, que se pueden usar con o sin contacto. Al usarlos con contacto, se insinuaba mejor la silueta vascular, pero la presión ejercida sobre la lesión la empalidecía.
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Por último, con el dermatoscopio de luz polarizada sin contacto fue posible describir por primera vez los patrones vasculares que se desarrollan en este capítulo. Más aún, se presentará la correlación entre morfología y distribución de los vasos con una lesión determinada, o al menos sugestiva de un diagnóstico específico.
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¿Qué hay que tener en cuenta en el momento de analizar el patrón vascular de una lesión?:
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La morfología de los vasos (figura 4-1).
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La distribución (figura 4-2).
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Determinar si hay un solo tipo o diferentes tipos de vasos (patrón monomorfo o polimorfo).
Otros criterios dermatoscópicos: en lesiones rosadas, hipomelanóticas, además de observar los vasos, hay que analizar la presencia de otras estructuras dermatoscópicas que puedan ayudar a establecer un diagnóstico correcto.
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Morfología de los vasos
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Puntiformes.
Áreas o lagunas.
Lineales:
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Los vasos puntiformes son pequeños puntos de 0.01 a 0.02 mm de diámetro y corresponden a capilares de las papilas vistos desde arriba, es decir, corren paralelos a la papila pero perpendiculares a la superficie de la piel y se ven tanto en lesiones melanocíticas como no melanocíticas. Las queratosis actínicas y los carcinomas espinocelulares presentan vasos puntiformes. Los nevos de Spitz y el melanoma, por otra parte, son ejemplos de lesiones melanocíticas con vasos puntiformes (figura 4-3).
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