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Bajo el epígrafe “lesiones vasculares” se incluye una gran variedad de hamartomas, malformaciones, hiperplasias, neoplasias benignas y malignas de los vasos sanguíneos cutáneos. Aunque la mayoría de tales entidades suele diagnosticarse por medios clínicos sin dificultades, algunas pueden plantear serias dudas diagnósticas, y en ocasiones resultan difíciles de diferenciar del melanoma amelanótico. Es sobre todo en estos casos dudosos cuando la dermatoscopia demuestra su mayor utilidad. El objetivo de este capítulo es presentar los criterios dermatoscópicos de las lesiones vasculares descritas en la literatura.
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Los hemangiomas son las lesiones vasculares más frecuentes, entre los cuales los infantiles son los predominantes en la infancia y los seniles o puntos rubí los más usuales en la edad adulta. Las estructuras dermatoscópicas más características de los hemangiomas son las “lagunas” (figuras 8-1, 8-2 y 8-3), que son estructuras múltiples, bien delimitadas, redondeadas u ovaladas, de coloración variable (roja, azulada, violácea o negruzca), que corresponden histológicamente con la proliferación de vasos capilares dilatados en la dermis.1,2 Un dato importante que debe tomarse en cuenta es que en el interior de las lagunas no deben apreciarse estructuras vasculares para considerarlas como tales. Las lagunas suelen variar de tamaño y de coloración dentro de una misma lesión y pueden agruparse o, por el contrario, presentarse aisladas sobre un fondo de pigmentación homogénea rojiza o, en lesiones más profundas, rojoazulada.1,2 La presencia de estas lagunas en ausencia de criterios de lesión melanocítica es el patrón característico de los hemangiomas. Los hemangiomas con trombos que los ocluyen en forma parcial o total (simuladores clínicos de melanoma o carcinoma basocelular pigmentado) suelen presentar lagunas oscuras (color azul oscuro, violáceo o negro)3 y pueden simular angioqueratomas solitarios (figura 8-3). Por otro lado, los hemangiomas que presentan regresión parcial suelen mostrar áreas de despigmentación blanca cicatrizal por la fibrosis.
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Angioqueratomas solitarios
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El término “angioqueratoma” engloba diversas lesiones que presentan una dilatación de los vasos localizados en la dermis superficial junto con una hiperplasia de la epidermis que los recubre. Existen cuatro formas clásicas: el angioqueratoma de Mibelli, el angioqueratoma de Fordyce, el angioqueratoma de cuerpo difuso y el angioqueratoma solitario. El angioqueratoma solitario es la forma más frecuente (70 a 83% de todos los angioqueratomas),4 y es también la que crea más dudas diagnósticas clínicas tanto por su morfología como por su evolución. Desde el punto de ...