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El dolor abdominal es la causa más frecuente de atención en la sala de urgencias, con una incidencia de 5 a 10%; un cuarto de los pacientes son > 50 años. La destreza en la valoración es esencial, de manera particular en ancianos, debido a que está asociado a enfermedades graves que pueden poner en riesgo la vida.
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Cuando el inicio es súbito y dura menos de 24 h se considera como un dolor abdominal agudo (aunque puede llegar a durar hasta una semana).
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El objetivo primordial del diagnóstico es determinar qué casos necesitan tratamiento quirúrgico, cuándo y en qué momento está indicado, así como cuáles casos sólo ameritan una terapéutica médica expectante. Por desgracia, la sensibilidad y especificidad del interrogatorio y el examen físico para diagnosticar las diferentes causas son bajas, sobre todo en alteraciones benignas.
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Debe realizarse una historia clínica lo más completa posible (figura 29-1), debido a que ésta es la piedra angular para el diagnóstico, con una completa descripción del dolor y síntomas asociados. La historia social, médica y quirúrgica ofrece información adicional.
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El interrogatorio debe incluir modo de inicio del cuadro doloroso, duración, frecuencia, características, localización, cronología, irradiación e intensidad, así como la presencia o ausencia de cualquier factor agravante o atenuante y síntomas relacionados al mismo. Las características del dolor pueden orientar al examinador hacia la gravedad del trastorno (cuadro 29-1).
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En algunas circunstancias, la localización del dolor es un factor poco confiable e incluso un distractor, como cuando se observan patrones atípicos del dolor (p. ej., dolor referido del hombro derecho que se relaciona a causa hepática, biliar o del hemidiafragma derecho; dolor en hombro izquierdo relacionado al corazón, páncreas, bazo o hemidiafragma ...