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Las infecciones de tejidos blandos representan un conjunto de cuadros clínicos de etiología infecciosa con distinta expresión y gravedad, que afectan la piel, el tejido celular subcutáneo y el músculo. A su vez, estas infecciones pueden ser desde inocuas como el impétigo hasta infecciones con elevada mortalidad, como la fascitis necrotizante.
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Las infecciones cutáneas se dividen en complicadas y no complicadas. En el cuadro 66-1 se muestran las características de estas dos clasificaciones.
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Entre los factores de riesgo de este trastorno se encuentran cualquier situación que ocasione disrupción de la barrera de la piel como resultado de traumatismo (mordidas de insectos, abrasiones, heridas penetrantes, uso de drogas intravenosas), inflamación (secundario a eccema o radiación), infecciones cutáneas preexistentes (impétigo o tiña pedís), varicela y edema (por insuficiencia venosa). La obstrucción linfática posterior a procedimientos quirúrgicos también predispone a celulitis. Dichos procedimientos incluyen safenectomía, disección de ganglios linfáticos en cáncer de mama, y disección de ganglios linfáticos de malignidad pélvica. Las rupturas de la piel entre los dedos de los pies son quizá los sitios más importantes para la entrada del patógeno. Sin embargo, lo usual es que las rupturas de la piel sean pequeñas y clínicamente inaparentes.
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Diagnóstico diferencial
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En adultos, la celulitis debe distinguirse de otras infecciones como la fascitis necrotizante, gangrena gaseosa, síndrome de choque tóxico, bursitis, osteomielitis, herpes zóster y eritema migrans. El eritema rápidamente progresivo con signos de toxicidad sistémica debe alertar la posibilidad de una infección grave (figura 66-1).
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Otras posibilidades que entran en el diagnóstico diferencial son la dermatitis por contacto, la trombosis venosa profunda, gota, reacciones farmacológicas, mordeduras de insecto y malignidad.
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El diagnóstico de las infecciones no complicadas es clínico. Los cultivos de sangre y aspiraciones por aguja de manera habitual son de poca utilidad en las infecciones leves. Los hemocultivos son positivos en < 5% de los casos. El rendimiento del cultivo por aspiración varía de < 5 a 40%, mientras que por biopsia tiene un rendimiento de 20 a 30% de los casos.
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Los cultivos de sangre, pus o bulas son más útiles y se deben realizar en pacientes con toxicidad sistémica, involucramiento extenso de la piel, comorbilidades subyacentes (linfedema, malignidad, neutropenia, inmunodeficiencia, esplenectomía y diabetes), exposiciones como mordedura de animal ...