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El edema cerebral se define como un aumento del contenido de agua cerebral por encima del porcentaje normal, es decir, mayor de 80%. Esto casi siempre es consecuencia de un proceso patológico encefálico, aunque también puede generarse como consecuencia de un trastorno metabólico severo (hiponatremia, cetoacidosis diabética, insuficiencia hepática aguda). Desde un punto de vista clínico, el edema cerebral es una causa frecuente de morbimortalidad en los pacientes con lesión neurológica, esto secundario casi siempre a su principal consecuencia clínica: la hipertensión intracraneana.
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Históricamente, el edema cerebral se ha clasificado en tres tipos desde un punto de vista fisiopatológico:
Citotóxico. Se genera a consecuencia de la falla en el transporte activo en la membrana neuronal (bombas de transporte de iones), lo que condiciona un aumento del agua intracelular. Las causas principales son lesiones isquémicas con la consecuente hipoxia.
Vasogénico. Sucede cuando existe pérdida de la continuidad de la barrera hematoencefálica, con paso de agua, electrólitos y proteínas plasmáticas. Constituye el tipo más común y es consecuencia de diversos procesos patológicos, entre los que destacan tumoraciones y traumatismo craneoencefálico.
Intersticial. Se genera cuando existe un aumento de la presión hidrostática capilar con fuga de líquido al intersticio, consecuencia casi siempre de hidrocefalia obstructiva.
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Desde un punto de vista clínico, se puede clasificar al edema cerebral de la siguiente manera:
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Focal. Sucede alrededor de una lesión cerebral focal bien identificada (tumor, hematoma), puede generar gradiente de presión hacia estructuras adyacentes y la consecuente herniación.
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Difusa. Es aquella que afecta toda la extensión del cerebro con el consecuente aumento de la presión intracraneal (PIC). Causas comunes incluyen estado posparo, insuficiencia hepática aguda, hiponatremia o cetoacidosis diabética.
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Hipertensión intracraneal
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La hipertensión intracraneal (HIC) se define como el aumento de la PIC por encima de los rangos de normalidad, generalmente establecidos entre 5 a 15 mmHg. Valores mayores de 20 mmHg requieren intervención.
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En el paciente adulto, el cráneo tiene un volumen total de 1 450 ml, en los cuales se incluyen 1 300 ml de masa encefálica, 65 ml de líquido cefalorraquídeo (LCR) y 110 ml de sangre. Al ser el cráneo un contenedor rígido, no distensible, el aumento de alguno de los tres componentes genera una disminución de alguno de los otros dos para mantener un volumen constante o, en consecuencia, se genera un aumento de presión. Este principio se conoce como “hipótesis de Monroe-Kelly”.
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El flujo sanguíneo cerebral necesario para mantener una tasa metabólica basal está determinado por la presión de perfusión cerebral (PPC), la cual se obtiene de la siguiente fórmula:
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por tanto, cualquier aumento de la presión intracraneal por encima de sus niveles de normalidad disminuye la ...