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El delirio (delirium) es una alteración aguda y fluctuante del estado de conciencia que se caracteriza por un deterioro de la función cognitiva previa, donde la capacidad para mantener, centrar o dirigir la atención es la más afectada. Es más frecuente en los adultos mayores, alcanza una prevalencia de hasta 50% en pacientes hospitalizados, 16% en el servicio de urgencias y hasta 80% en pacientes en cuidados paliativos.
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El delirio representa un problema de salud pública que duplica los costos, los días de estancia hospitalaria y la mortalidad. Aunque su causa no es conocida, se trata de una neuropatología potencialmente modificable, por lo que es necesario conocer sus factores de riesgo y las medidas de prevención.
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El delirio —en el pasado conocido como “síndrome cerebral agudo”— tiene un origen multifactorial y complejo, análogo al síndrome de insuficiencia cardíaca aguda. La fisiopatología es poco entendida, pero está relacionada con una disfunción neuronal generalizada tanto a nivel cortical como subcortical, la cual está vinculada con la interacción de diversos factores biológicos que culminan en la disfunción neurocognitiva. Se han postulado diversas teorías que contribuyen o son parte del desarrollo del delirio, que incluyen neuroinflamación (mediada por citocinas), desequilibrio metabólico y un desequilibrio de los neurotransmisores donde los más relacionados son la deficiencia colinérgica y el exceso de actividad dopaminérgica.
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El modelo multifactorial del delirio (figura 81-1) hace complejo identificar una sola causa para el desarrollo de esta patología, y más bien resulta de la interacción entre factores predisponentes (es decir, características intrínsecas del individuo) y los factores precipitantes (que representan el estímulo nocivo desencadenante). En el cuadro 81-1 se presentan los principales factores precipitantes y predisponentes del delirio.
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El diagnóstico de delirio se realiza mediante la observación clínica y una breve evaluación cognitiva. Las características clave incluyen la instalación aguda y el curso fluctuante de las alteraciones en el estado de conciencia caracterizado por inatención, además de alteraciones en pruebas cognitivas (p. ej., la memoria, la orientación, el lenguaje). Existen algunas otras características que apoyan el diagnóstico y que se deben buscar de manera dirigida, como las alteraciones del ciclo sueño-vigilia, en donde algunos síntomas se hacen más evidentes por disminución de los estímulos externos, un efecto ...