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Las quemaduras representan un tipo complejo y especial de traumatismo que hace necesario un tratamiento continuo y multidisciplinario. Éstas ocurren como consecuencia de contacto del cuerpo con temperaturas elevadas que dañan y destruyen la piel y los tejidos subyacentes, dependiendo de la gravedad de la misma. Además, existen quemaduras eléctricas, químicas, por radiación y por inhalación.
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Alrededor de 1.2 millones de personas al año sufren quemaduras, la mayoría quemaduras menores que son tratadas de forma ambulatoria; sin embargo, aproximadamente 5% de estas quemaduras son graves y requieren tratamiento intrahospitalario.
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La piel es una estructura bilaminar que consta de una capa externa o epidermis y una capa interna, la dermis. La epidermis es una capa relativamente impermeable y funciona como protección a agresiones externas e impide la pérdida de calor actuando como una capa termorreguladora. La dermis contiene todos los anexos de la piel: folículos pilosos, glándulas sebáceas y glándulas sudoríparas, así como vasos sanguíneos, terminaciones nerviosas, células inmunes, fibroblastos, elastina y colágena.
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Como respuesta local en una quemadura existen tres zonas de lesión tisular (figura 99-1):
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Zona central o de coagulación. Es la zona más dañada, las células en esta área están coaguladas o necróticas, hay pérdida irreversible del tejido y éste debe ser desbridado.
Zona de estasis. Rodea la zona de coagulación, es un área caracterizada por vasoconstricción e isquemia, el tejido en esta zona es inicialmente viable; sin embargo, puede convertirse a zona de coagulación como consecuencia del edema, infección o perfusión disminuida. Con buena perfusión el tejido puede recuperarse por completo.
Zona de hiperemia. Rodea la zona de estasis, caracterizada por vasodilatación como resultado de la respuesta inflamatoria local.
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El cuidado apropiado de la herida y la reanimación adecuada pretenden rescatar la zona de estasis y prevenir que una quemadura de espesor parcial se convierta en una de espesor total.
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Además de esta respuesta local, toda quemadura mayor produce una respuesta a nivel sistémico iniciada por la liberación de factores proinflamatorios y mediadores vasoactivos responsables de la vasoconstricción local y la vasodilatación sistémica; es esa respuesta sistémica la responsable del incremento de la permeabilidad capilar y disminución de la contractilidad miocárdica observada en las primeras 24 horas siguientes a una quemadura grave que puede originar un estado de choque con componente hipovolémico, distributivo y cardiogénico.
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Los mediadores inflamatorios liberados incluyen proteínas del complemento, cininas, histamina, serotonina, prostaglandinas y radicales libres de O2. La disrupción de la integridad capilar permite la depleción de volumen intravascular con hemoconcentración que es máxima a las 12 horas después de la quemadura. Además, existe taquicardia, taquipnea y elevación en la temperatura central basal.
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