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Las funciones cognitivas, los cambios conductuales y la actividad motora que se originan en el sistema nervioso central (SNC) de los mamíferos son posibles en tanto exista un balance en el medio interno, que permita al organismo responder a las demandas funcionales impuestas por variaciones en las condiciones externas e internas. Tanto a nivel celular como tisular ocurren ajustes a corto plazo en el equilibrio osmótico, la temperatura corporal y el metabolismo, además del control funcional a largo plazo como es el ajuste del periodo sueño-vigilia y el mantenimiento de los mecanismos de defensa.
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El SNC ejerce el control de estas funciones mediante la integración de la información aferente y la activación coordinada de dos sistemas eferentes: el neural (sistema nervioso autónomo) y el hormonal (sistema neuroendocrino). La información transmitida por neuronas viscerales desencadena respuestas de índole humoral, hormonal o neural que pueden afectar a los órganos de donde proviene la señal, creando un circuito reflejo, o alterar el funcionamiento de órganos diferentes como ocurre con el cambio en el ritmo cardíaco en respuesta a la activación de aferentes originada en los senos carotídeos.
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El sistema nervioso autónomo (SNA) está constituido por circuitos neuronales que regulan la función de órganos periféricos como el corazón, el pulmón, la vasculatura, la piel y el tracto gastrointestinal (cuadro 11-1). Como sistema visceromotor eferente, coordina las respuestas adaptativas que permiten mantener el balance del medio interno; su función principal es el mantenimiento de la homeostasis y, como su nombre lo indica, no está sujeto al control voluntario. La importancia funcional del SNA se pone en relieve durante el envejecimiento, cuyos cambios alteran el control de los órganos periféricos, o en condiciones patológicas como resultado de una lesión de las neuronas periféricas durante un traumatismo o por una enfermedad metabólica como la neuropatía diabética.
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A nivel periférico, el SNA consta de tres divisiones: el sistema nervioso simpático (SNS), el sistema nervioso parasimpático (SNP) y el sistema nervioso entérico (SNE). El SNS y el SNP se distinguen por su organización anatómica; las vías eferentes del SNA pueden separarse en una división craneosacra correspondiente al sistema parasimpático (figura 11-1B) y una división toracolumbar, correspondiente al sistema simpático (figura 11-1A). El ...