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Estructura general del riñón
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En una sección longitudinal de un riñón se distinguen dos regiones: la más externa o corteza, de color rojo-pardusco y de aspecto granuloso, y la más interna o médula, de color más pálido y de aspecto estriado (figura 28-1). La médula, a su vez, se divide en médula externa, la más próxima a la corteza, y en médula interna, la más alejada de la corteza (figura 28-1).
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La corteza renal no forma una capa separada de la médula, sino que existen proyecciones hacia la médula que se denominan columnas renales (figura 28-1). La médula renal se forma por unidades de aspecto cónico, con la base dirigida hacia la corteza y su vértice hacia el hilio, las pirámides renales separadas por las columnas renales, cuyo número varía entre 12 y 18. Cada pirámide renal, junto con la corteza renal relacionada, forma un lóbulo renal, por tanto, el riñón humano es multilobulado. El vértice de cada pirámide forma una papila renal que se sitúa dentro de un cáliz menor (figura 28-1). La unión de varios cálices menores forma un cáliz mayor, y éstos se reúnen y constituyen la pelvis renal con forma de embudo, donde se recolecta la orina. La pelvis renal forma la región superior del uréter, que es un tubo que sale del riñón en la zona del hilio y transporta la orina hasta la vejiga urinaria, donde se acumula hasta su vaciamiento.
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Estructura de la nefrona
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La nefrona es la unidad funcional del riñón, responsable de la formación de la orina. Cada riñón contiene alrededor de un millón de nefronas, que se reparten por toda la corteza renal. Este número se reduce con la edad (alrededor de 10% cada 10 años, a partir de los 40 años), ya que el riñón no tiene capacidad de regenerar nefronas; por tanto, en caso de una pérdida por daño renal o como consecuencia del envejecimiento se produce una adaptación de las nefronas restantes con objeto de mantener la función renal dentro de los límites de normalidad.
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La nefrona consiste en un grupo especializado de células que filtran el plasma y modifican posteriormente y, de manera selectiva, el líquido filtrado mediante la reabsorción y la secreción de diferentes sustancias. En cada nefrona se distinguen dos componentes principales (figura 28-2):
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corpúsculo renal,
el sistema tubular.
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El corpúsculo renal (figura 28-2) presenta una forma esférica con un tamaño de 100-150 μm de diámetro. Está formado por una red de capilares que se interconectan, los capilares glomerulares, que forman el glomérulo, y se encuentran englobados dentro de la cápsula de Bowman. Los capilares glomerulares se originan a partir de la arteriola aferente y se reúnen para formar la arteriola eferente.
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La cápsula de Bowman constituye la parte inicial del sistema tubular de la nefrona que se invagina para englobar el glomérulo, dejando en su interior el espacio de Bowman o urinario, donde se recoge el líquido filtrado en los glomérulos. La capa interna (visceral) de la cápsula que está en contacto con los capilares del glomérulo está formada por células epiteliales modificadas, los podocitos, con numerosas proyecciones citoplasmáticas que se dirigen a las paredes de los capilares glomerulares. La capa visceral de la cápsula de Bowman se continúa con una capa parietal constituida por un epitelio plano simple. Las células endoteliales de los capilares glomerulares, así como los podocitos, son dos de los componentes de la barrera de filtración glomerular (véase capítulo 29). En el corpúsculo renal existen, además, numerosas células mesangiales, que se localizan entre las asas capilares y ejercen diversas funciones (véase capítulo 29).
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El sistema tubular se encuentra a continuación de la cápsula de Bowman, está formado por una sola capa de células epiteliales que descansan sobre la membrana basal. La estructura y la función de estas células varían mucho de unos segmentos a otros del túbulo, pero tienen en común la presencia de uniones estrechas entre las células adyacentes. La porción tubular se divide en diferentes segmentos (figura 28-3):
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túbulo proximal,
asa de Henle,
túbulo distal,
túbulo colector.
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El túbulo proximal se encuentra a continuación del corpúsculo renal y en él se distinguen dos zonas, una cortical con numerosos enrollamientos alrededor del glomérulo, y otra medular, que es una porción recta. Las células tubulares de este segmento presentan las características propias de células con una gran actividad metabólica, como son abundantes lisosomas y mitocondrias en el citoplasma. Además, contienen numerosas microvellosidades formando un borde en cepillo que amplía la superficie de la célula (figura 28-3). A continuación se encuentra el asa de Henle constituida por la rama descendente delgada, cuyas células son aplanadas, presentan pocas microvellosidades y mitocondrias (figura 28-3); la rama ascendente delgada y la rama ascendente gruesa. Este último segmento está formado por células de forma cúbica, similares a las que se encuentran en el túbulo proximal pero, a diferencia de éstas, tienen pocas microvellosidades, no obstante, contienen una cantidad importante de mitocondrias (figura 28-3). Como se observa en la figura 28-3, la longitud de la rama descendente varía de unas nefronas a otras y depende de dónde se encuentre situado su glomérulo. Los glomérulos que se ubican en la parte más profunda de la corteza, próximos a la médula, presentan un asa de Henle larga que se interna en la médula, e incluso pueden llegar a la papila. Este tipo de nefronas recibe el nombre de nefronas yuxtamedulares (figura 28-2), y desempeñan un papel importante en la formación de una orina concentrada. Sin embargo, las nefronas corticales (figura 28-2), cuyos glomérulos se encuentran en la parte más externa de la corteza, tienen un asa de Henle corta, constituyen la mayor parte de las nefronas.
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El asa de Henle se continúa con el túbulo distal que es más corto y más delgado que el túbulo proximal. Está formada por células cúbicas con una estructura similar a la de la rama ascendente gruesa (figura 28-3). En su parte inicial presenta numerosos doblamientos similares a los del túbulo proximal con los cuales se puede entremezclar. Los túbulos distales de varias nefronas se unen por medio de los túbulos conectores para formar los túbulos colectores que están formados por dos tipos de células: las principales y las intercaladas. En cada túbulo colector cortical drenan 8-10 nefronas, y se continúa en dirección de la médula, con el túbulo colector medular externo, y posteriormente con el túbulo colector medular interno o papilar, que desembocan en los cálices de la pelvis renal (figura 28-3).