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El objetivo principal de la respiración consiste en mantener valores apropiados de los gases sanguíneos, de forma que pueda cubrir las demandas metabólicas del O2 del organismo y eliminar el CO2 tóxico generado por las células. En relación con esta función de eliminación del CO2 también interviene en el mantenimiento de valores de la concentración de H+ en sangre arterial, colabora así en el equilibrio ácido-base. Para conseguir estos objetivos a pesar de las amplias variaciones experimentadas por las necesidades metabólicas del organismo, la respiración presenta un sistema de regulación muy estrecho en el que se distinguen tres componentes principales (figura 53-1): 1) sensores que captan distintos estímulos y los remiten al 2) sistema de regulación central, que genera el ritmo respiratorio e integra esta información, al modificar de forma apropiada los impulsos hacia 3) los músculos respiratorios, que dan lugar a la ventilación.
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En este capítulo sólo se expondrán los dos primeros componentes, ya que los músculos respiratorios son tratados en el capítulo 48.
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La situación de la respiración se encuentra monitorizada en forma permanente por un sistema de sensores que recogen información y la envían al sistema nervioso central (cuadro 53-1). Entre ellos hay cuatro tipos:
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1. Quimiorreceptores periféricos. Los principales son los cuerpos carotídeos, localizados bilateralmente en el cuello, en la unión entre la arteria carótida interna y la externa. También existen quimiorreceptores dispuestos a lo largo del cayado aórtico, los cuerpos aórticos, de menor importancia para la regulación de la ventilación en el ser humano.
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Los cuerpos carotídeos son unas estructuras de 11 mm3 y 11 mg de peso cada uno, en los que se encuentran dos tipos de células, tipo I y tipo II. Las células tipo I contienen una elevada cantidad de catecolaminas, es la dopamina la más abundante, y de otras sustancias como ...