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Al igual que en el estómago, en el intestino delgado se producen dos patrones bien diferenciados: el patrón digestivo y la actividad motora durante el periodo en ayunas.
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Patrón de motilidad posingesta
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Después de la ingesta, el intestino delgado pone en marcha un tipo de actividad motora dirigida a facilitar la mezcla, la absorción y la propulsión del alimento y secreciones gastrointestinales hacia el colon. La mezcla se realiza mediante contracciones que parecen dividir al intestino en segmentos (contracciones segmentarias), durante las cuales el contenido intestinal se desplaza a ambos lados de la contracción para volver a quedar en el mismo lugar cuando se produce la relajación. La propulsión se efectúa cuando las contracciones segmentarias se suceden generando un gradiente aboral o por la acción de contracciones peristálticas de corto alcance.
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Esta actividad contráctil puede modificarse en diferentes puntos a lo largo del intestino como consecuencia de reflejos locales; así, la distensión por el quimo de la luz intestinal desencadena una contracción proximal y una relajación distal que facilita el desplazamiento del material en dirección caudal (figura 63-4), mientras que la sobredistensión de un segmento intestinal origina la relajación del músculo liso del resto del intestino, lo que se conoce como reflejo entero-entérico.
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La duración de este periodo es variable, puede llegar hasta 4 h; depende del contenido calórico y cualidad del contenido alimentario. El umbral de inicio está en torno a 350 kcal.
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Patrón de motilidad durante el periodo de ayuno
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Durante la fase interdigestiva, el intestino delgado, que debe mantener la luz intestinal vacía, no está en reposo, sino que mantiene contracciones periódicas que progresan distalmente propulsando los residuos y evitando así el estacionamiento de secreciones y una excesiva proliferación bacteriana.
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La actividad motora interdigestiva se denomina complejo motor migratorio (CMM) o complejo motor migratorio interdigestivo (CMMID). Es una actividad cíclica y tiene tres fases bien definidas (figura 63-5) que se reciclan continuamente, hasta que son interrumpidas por las comidas:
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Fase I. Es un periodo quiescente, con poca o nula actividad. Su duración es de alrededor de 50 min y ocupa de 40 a 60% del CMM.
Fase II. Se caracteriza por una actividad motora irregular e intermitente, que se hace más intensa cerca del final de este periodo. Dura alrededor de 30 min y ocupa de 20 a 30% del complejo. Al final de la fase II se produce la contracción de la vesícula biliar, lo que trae como consecuencia el paso de sales biliares al duodeno. De este modo, se mantiene el ciclo enterohepático durante el periodo de ayuno y se evita una excesiva concentración y retención en la vesícula que facilitaría la litiasis biliar.
Fase III. También llamada frente de actividad. Es la fase más característica, donde las ondas lentas siempre se acompañan de potenciales de acción y éstos alcanzan su máxima frecuencia, produciendo contracciones intensas y rítmicas. Su duración es de 6 a 10 min, y ocupa de 5 a 10% del CMM. Cuando la fase III termina en el íleon, se inicia otro ciclo en el intestino delgado proximal.
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Cuando el CMM reaparece después de una comida, la actividad de la fase III por lo general empieza en el yeyuno o el íleon, y los ciclos posteriores empiezan ya normalmente en el duodeno proximal.
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Algunos autores identifican una fase IV en el corto intervalo entre la fase III y la entrada a reposo; correspondería de 0 a 5% del ciclo.
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La periodicidad del ciclo varía en y entre diferentes individuos, lo que obliga a mantener una especial precaución al interpretar estudios de motilidad en los que no se evidencian con claridad los ciclos interdigestivos. Son frecuentes los intervalos de 3 h o más, aunque la presencia en sujetos sanos de ciclos cada 30 min no es un hecho raro. La vagotomía se asocia con frecuencia con intervalos cortos entre los CMM.
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La comida interrumpe el ciclo interdigestivo, éste es remplazado por el patrón posprandial. La duración y la intensidad de esta interrupción dependen y son proporcionales al valor calórico, la composición química y las propiedades físicas del alimento.
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La regulación neurohumoral del CMM no es bien conocida. La inervación extrínseca de los nervios vago y esplácnico tiene una función moduladora y no es indispensable. La motilina es el inductor más importante para la generación de CMM. Se libera en el intestino proximal, vía acetilcolina y serotonina. Aunque el pico de motilina precede bastante a la fase III del CMM, la infusión de motilina exógena induce un CMM que no es inhibido por vagotomía o atropina. Los anticuerpos antimotilina inhiben la fase III del CMM.
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Complejos migratorios gigantes
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Son contracciones de amplitud y duración muy superiores a las contracciones fásicas con una velocidad de propagación de 1 cm/s que propulsan intensamente el contenido ileal. Comienzan en el yeyuno o íleon y la mitad de ellas se asocia a contracciones propulsivas en el ciego. Son poco frecuentes en el sujeto sano. Son inducidas por agentes nocivos, en especial infecciones (Vibrio cholerae, Clostridium perfringens, Clostridium difficile, Escherichia coli no invasiva, entre otros). En estas situaciones se correlacionan con la presencia de diarrea y dolor abdominal.
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También se han descrito otros patrones migratorios agrupados, precedidos o seguidos de 1 min de inactividad motora. Se denominan complejos migratorios agrupados; no suelen alcanzar el colon, y tienen una velocidad de propagación de 5 a 10 cm/min en distancias de 2 a 40 cm, y contribuyen al vaciamiento ileal.
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Contracciones peristálticas retrógradas
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Suelen asociarse con el vómito, aunque pueden ocurrir sin que ocurra este último y es posible provocarlas con agentes eméticos. Son complejos de contracciones con sentido oral que se inician en el intestino medio, propulsando de manera retrógrada el contenido al duodeno y estómago para que pueda ser vomitado.