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Regulación de la ingesta
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La ingesta está controlada por factores internos que regulan el hambre y la saciedad, así como por factores externos que determinan la disponibilidad de alimentos e influyen sobre las ganas de comer.
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Los factores internos que regulan la ingesta y homeostasis energética pueden dividirse en dos grupos, según ésta ocurra a corto o a largo plazo. El primero determina el tamaño de las comidas y la disponibilidad energética inmediata. En cambio, el segundo regula el consumo de alimento y el balance energético a lo largo de un periodo más extenso, de forma que interviene en el mantenimiento del peso corporal y en la regulación de la magnitud de las reservas energéticas del organismo.
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Regulación a corto plazo
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Son las señales que desencadenan el comienzo o el final de las comidas; por una parte, la temperatura, tanto externa como interna, influida por el efecto térmico de los alimentos, desempeña una función en la regulación de la ingesta. En general, un incremento en la temperatura sanguínea, detectada por el hipotálamo, produce inhibición del consumo de alimento.
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Por otra parte, en el tracto gastrointestinal existen mecanorreceptores y receptores de estiramiento, que mandan señales aferentes hacia el sistema nervioso central (SNC) e informan sobre el volumen de comida que se ingiere. Estas señales producen saciedad, por lo cual son una importante señal reguladora a corto plazo, con una función clave en la finalización de las comidas. Además, los nutrientes que viajan por el torrente sanguíneo pueden regular la ingesta al actuar en forma directa sobre el SNC o a través de quimiorreceptores localizados en el tracto gastrointestinal, en la vena porta y el hígado, que activan vías vagales aferentes fundamentalmente.
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Los nutrientes también afectan la ingesta de forma indirecta al modificar a las hormonas involucradas en su control. Ejemplos de ellos son la insulina, la leptina y otras producidas en células endocrinas del tubo digestivo, como la colecistoquinina (CCK). Las variaciones en los niveles de glucosa se analizan por el hipotálamo a través de un circuito que involucra neuronas del núcleo del tracto solitario (NTS) de la médula y del hipotálamo ventromedial y lateral. Ante un incremento de la glucemia también aumenta la actividad neuronal que produce una respuesta inmediata de saciedad. En el humano, los cambios pequeños de la glucemia tienen poco efecto sobre la sensación de hambre, sin embargo una hipoglucemia abrupta la desencadena, por lo que una infusión de glucosa disminuye de manera marcada la necesidad de alimento (figura 79-1).
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