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Los seres humanos albergan una amplia variedad de parásitos protozoarios que pueden ser transmitidos por insectos vectores, en forma directa desde otros reservorios mamíferos o de una persona a otra. Los protozoarios se multiplican con rapidez en sus hospedadores y no se dispone de vacunas eficaces por lo que el tratamiento farmacológico ha sido la única manera práctica de tratar a los individuos infectados y de reducir la transmisión. El sistema inmunitario desempeña una función decisiva en la protección contra las consecuencias patológicas de las infecciones por protozoarios. En consecuencia, las infecciones oportunistas por protozoarios destacan en lactantes, enfermos con neoplasias malignas, receptores de trasplante, individuos que reciben fármacos inmunodepresores o antibioticoterapia extensa y en personas con infección avanzada por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). El tratamiento de las infecciones por protozoarios en sujetos con mala respuesta inmunitaria es muy difícil y el pronóstico suele ser insatisfactorio.
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La mayor parte de los fármacos antiprotozoarios se ha usado durante años pese a los adelantos importantes de la biociencia respecto de la biología del parásito, las defensas del hospedador y los mecanismos de la enfermedad. Todavía no se cuenta con fármacos satisfactorios para tratar infecciones importantes por protozoarios, como la tripanosomiosis africana (enfermedad del sueño) y la enfermedad de Chagas crónica. Muchos fármacos antiprotozoarios eficaces son tóxicos en dosis terapéuticas, un problema que se exacerba con el incremento de la resistencia farmacológica. La aparición de resistencia a los fármacos también plantea una amenaza importante para los antiprotozoarios mejor tolerados que se utilizan en la actualidad. Por desgracia, muchas de estas enfermedades afectan a los países en vías de desarrollo y son escasos los incentivos económicos para que las compañías farmacéuticas produzcan nuevos antiparasitarios. Los científicos y los médicos que trabajan en este campo tienen que ser creativos y han recurrido a fármacos que se desarrollaron en un principio para otras indicaciones (p. ej., anfotericina y miltefosina para la leishmaniosis), a fármacos en fase de investigación que se obtienen en forma directa de los Centers for Disease Control and Prevention (CDC), o bien, a los fármacos que se crearon para uso veterinario, a fin de descubrir nuevos tratamientos antiparasitarios.
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En este capítulo se describen infecciones importantes por protozoarios en el ser humano diferentes al paludismo, así como los fármacos que se utilizan para tratarlas.
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INTRODUCCIÓN A LAS INFECCIONES DE SERES HUMANOS POR PROTOZOARIOS
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Amebosis. La amebosis afecta a cerca del 10% de la población mundial y produce una infección invasiva en cerca de 50 millones de personas y muerte en alrededor de 100 000 de ellas cada año (Stanley, 2003). En Estados Unidos, la amebosis se presenta con más frecuencia en los estados limítrofes con México y en personas que viven en condiciones de pobreza y hacinamiento y en zonas insalubres. Estas especies con morfología idéntica, pero distintas en términos genéticos de Entamoeba (es decir, E. histolytica, E. ...