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La añeja controversia respecto a las funciones cerebrales, es decir, el dilema de que estén representadas en forma difusa en el encéfalo y que todas sus partes son (aproximadamente) equivalentes, o que estén localizadas en algunos lóbulos o regiones, se ha resuelto a satisfacción de muchos neurólogos. Los clínicos y los fisiólogos han demostrado más allá de cualquier duda, que es factible asignar a determinadas regiones corticales funciones particulares. Por ejemplo, las zonas prerrolándica y posrolándica controlan las actividades motoras y sensitivas, respectivamente; la zona estriada del lóbulo occipital gobierna la percepción visual y las circunvoluciones temporales superiores tienen como función la actividad auditiva, sólo por mencionar algunas. Sin embargo, más allá de estas correlaciones generales, falta precisión en la localización cortical de muchas de las operaciones conductuales y mentales, descritas en los capítulos 20 y 21. En lo que toca a funciones superiores como la atención, la vigilia, la apercepción y el pensamiento analítico y sintético, es imposible asignarles un sitio anatómico exacto y anticipable o con mayor precisión porque los sistemas neuronales de los que dependen están distribuidos en varias regiones del cerebro.
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Es adecuado hacer una pausa e inquirir qué es lo que significa el término localización cerebral. ¿Se refiere a la función de un agregado circunscrito de neuronas en la corteza cerebral, indicado en términos clínicos por pérdida de dicha función (síntomas negativos) cuando las neuronas en cuestión se paralizan o destruyen? Esta es la forma en la cual los neurólogos han asignado funciones a áreas particulares de la corteza cerebral. Sin embargo, con base en lo que se sabe de las abundantes conexiones de todas las zonas de los centros especializados corticales, el neurólogo debe suponer que ello es válido sólo parcialmente. Casi todos los teóricos modernos que se han ocupado del problema piensan que la organización de la función cerebral se basa en redes estructuradas de neuronas aferentes y eferentes en interconexión íntima en varias regiones del encéfalo. Las redes en cuestión deben estar unidas por sistemas regionales y más amplios de fibras; ello se advierte en particular al estudiar el sustrato anatómico de propiedades complejas de la cognición, como la inteligencia, que se describió en el capítulo 21. Por consiguiente, muchas funciones básicas están localizadas en una región cortical, y una lesión en ella hace que se pierda esa capacidad particular. Pero es aparente por estudios fisiológicos como las técnicas de imagen funcional y la estimulación electromagnética que las redes ampliamente distribuidas están ocupadas, las cuales a pesar de todo abarcan la región que puede ser extirpada y eliminan la función en duda.
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Los aspectos anteriores de la localización cerebral, expresados con claridad en los trabajos de Wernicke, Déjerine y Liepmann han sido refinados por Luria (1966 y 1969) y por la escuela rusa de fisiólogos y psicólogos, y renovada por Geschwind (1965). En concordancia con el modelo de interconexión de redes, dichos investigadores consideraron ...