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Introducción

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Un macrófago (amarillo) sobre la superficie de un vaso sanguíneo (rojo) se une a bacterias (anaranjado) y las fagocita. [Dennis Kunkel Microscopy, Inc./Visuals Unlimited, Inc.]

  • Barreras anatómicas para la infección

  • Fagocitosis

  • Respuestas innatas celulares inducidas

  • Respuestas inflamatorias

  • Células asesinas naturales

  • Regulación y evasión de respuestas innata e inflamatoria

  • Interacciones entre los sistemas inmunitarios innato y adaptativo

  • Ubicuidad de la inmunidad innata

Los vertebrados están protegidos tanto por inmunidad innata como por inmunidad adaptativa. En contraste con las respuestas inmunitarias adaptativas, que tardan días en surgir después de exposición a antígenos, la inmunidad innata consta de defensas contra infección que están listas para entrar en acción de inmediato cuando un huésped es atacado por un agente patógeno (virus, bacterias, hongos o parásitos). El sistema inmunitario innato incluye barreras anatómicas contra infección —tanto físicas como químicas— así como respuestas celulares (perspectiva general, figura 5-1). Las principales barreras físicas —la primera línea de defensa del cuerpo— son las capas epiteliales de la piel y las superficies mucosas y de tejido glandular conectadas a las aberturas del cuerpo; estas barreras epiteliales evitan la infección al bloquear la entrada de agentes patógenos al organismo. Las barreras químicas en estas superficies comprenden sustancias solubles especializadas que poseen actividad antimicrobiana, así como pH ácido. Los agentes patógenos que rompen las barreras físicas y químicas debido a daño, o infección directa, de la capa de células epiteliales, pueden sobrevivir en los espacios extracelulares (algunas bacterias, hongos y parásitos) o pueden infectar células (virus y algunas bacterias y parásitos); finalmente se replican y posiblemente se diseminan hacia otras partes del cuerpo.

FIGURA 5-1

DE PERSPECTIVA GENERAL

Los elementos clave de la inmunidad innata son las barreras físicas y químicas que evitan la infección, proporcionadas por las capas de células epiteliales de la piel, tejidos mucosos (p. ej., tractos gastrointestinal, respiratorio y urogenital) y tejidos glandulares (p. ej., glándulas salivales, lagrimales y mamarias). Una vez que los agentes patógenos entran al organismo, como por medio de una ruptura en una capa epitelial, son confrontados por una gama de células con receptores de superficie e intracelulares que reconocen componentes de agente patógeno y desencadenan diversas respuestas celulares. El reconocimiento de agente patógeno por estos receptores activa algunas células para que fagociten el agente patógeno y lo degraden, y muchas células son activadas por medio de sus receptores para que produzcan diversas sustancias antimicrobianas que matan agentes patógenos, así como proteínas citocina y quimiocina que reclutan células, moléculas y líquido hacia el sitio de infección, lo que conduce a hinchazón y otros síntomas que se conocen en conjunto como inflamación. Las células asesinas naturales (nk) innatas reconocen y matan algunas células infectadas por virus. Las citocinas y quimiocinas pueden causar efectos sistémicos que ayudan a eliminar una infección, y contribuyen también —junto con células dendríticas que portan agentes patógenos y los presentan a linfocitos— a la activación de respuestas inmunitarias adaptativas.

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