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Microscopía fotónica

Introducción

Una gran variedad de actividades humanas son afectadas por tecnología que de alguna forma utiliza energía luminosa. Los fotones forman parte de nuestras actividades cotidianas, tanto en el hogar como en la industria, en las escuelas de medicina al igual que en los laboratorios clínicos y de investigación; sin los fotones, gran parte de nuestras comodidades estarían limitadas. Algunos diagnósticos y tratamientos quirúrgicos tendrían poco éxito sin un microscopio que los module para amplificar la eficiencia del sentido de la vista. El ojo humano es el órgano capaz de percibir la luz del entorno, es como una cámara oscura que deja pasar la luz a un sistema de lentes que la conducen hasta la retina, cuya función es la fotorrecepción. La retina está compuesta de conos, bastones y fibras nerviosas que se comunican con el nervio óptico; su sensibilidad depende del color, de la dirección de la luz incidente y del tiempo que permanezca el estímulo luminoso.

Un poco de historia de la microscopía

La construcción del primer microscopio se atribuye a los hermanos Hans y Zacharias Jansen en 1590, quienes incorporaron lentes convergentes a tubos de telescopio, con lo que obtuvieron imágenes aumentadas hasta 150 veces, aunque con grandes aberraciones. Los primeros estudios sobre la historia del microscopio fueron realizados por el filósofo Bacon (1561-1630), quien le asignó el nombre de microscopium. Bacon perteneció a la Academia del Lince a la que también pertenecieron Galileo Galilei y otros destacados pensadores.

Según otras fuentes, el término “microscopio” fue acuñado por Anastasius Kircher (1602-1680) quien en su libro Ars Magna Lucis et Umbrae (El gran arte de la luz y la oscuridad) realiza la primera clasificación de microscopios conocidos en el siglo xvii. Sin embargo, los primeros microscopios utilizados para observar el mundo microscópico de manera sistemática fueron fabricados por Anthony van Leeuwenhöek (1632-1723) (figura 1-1). La necesidad de mejorar sus descripciones lo llevó a perfeccionar sus microscopios y a optimizar las lentes que fabricaba, con lo cual logró magnificar sus objetos de estudio hasta 266 veces. Su precario instrumento cambió la historia de las incipientes ciencias naturales y morfológicas; con él, observó gran cantidad de células y organismos microscópicos, fibras musculares teñidas con azafrán así como elementos celulares de la circulación sanguínea de diferentes animales y de personas, lo que le permitió confirmar la teoría de Malpighi sobre la conformación de las redes capilares. Dedicó gran parte de su tiempo a estudiar espermatozoides de distintas especies, así como la reproducción de aves y anfibios. Estudió también la morfología y anatomía de insectos, de algas microscópicas, anatomía e histología vegetal. Los protozoarios no escaparon a su curiosidad y sagacidad, los llamó pequeños Animalcula. Su habilidad, tenacidad, constancia y perseverancia en las observaciones lo llevaron a obtener importantes distinciones en su época, entre ellas —y quizá la más importante— ...

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