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La sangre tiene la particularidad de ser el único tejido líquido del organismo; en un adulto la cantidad de sangre que se encuentra en su cuerpo es de aproximadamente cinco litros. Es un tipo de tejido conjuntivo especializado al cual se le ha concedido gran importancia desde la antigüedad. Todas las células de la sangre tienen su origen en la médula ósea, que es un órgano hematopoyético (hema, “sangre”; poiesis, “formación”). En condiciones fisiológicas, sólo las células maduras son las que se encuentran circulando en la sangre.
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Las principales funciones de este tejido son las siguientes:
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Transporte de oxígeno y sustancias nutritivas a todo el organismo. La hemoglobina contenida en los eritrocitos es la responsable del transporte de oxígeno, mientras que las sustancias viajan libres o unidas a proteínas del plasma.
Transporte de dióxido de carbono y sustancias de desecho hacia los órganos excretores (pulmón, hígado, riñón).
Transporte de hormonas y sustancias reguladoras.
Contiene a las proteínas y células del sistema inmunológico (leucocitos). La vida de los leucocitos en sangre es muy corta, de 24 a 48 horas en general; ya que sólo están de paso, sus funciones se llevan a cabo en los tejidos.
La sangre también se encarga de la hemostasia, tiene mecanismos que permiten que se mantenga fluida dentro de los vasos sanguíneos y, en caso de rotura de un vaso sanguíneo, contiene los elementos necesarios para llevar a cabo la coagulación, que consiste en la formación de un tapón para detener la hemorragia y facilitar los procesos de reparación del vaso dañado.
Participa también en el equilibrio hidroelectrolítico y ácido básico del organismo. Los eritrocitos tienen la capacidad de regular los niveles de bicarbonato en el plasma, el cual funciona como amortiguador (buffer) para mantener un pH fisiológico.
Participa en la regulación de la temperatura corporal. Debido al sistema vascular que irriga la piel, al estar tan superficial, la sangre puede ayudar a perder calor o, en el frío, con la vasoconstricción se evita que la sangre entre en contacto con el aire superficial y se conserva calor.
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A fin de estudiar la morfología de los elementos de la sangre, a menudo se utiliza el extendido de sangre o frotis con tinciones de tipo Romanovsky —las más empleadas son Giemsa y Wright.
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La sangre se encuentra constituida por dos componentes: el plasma y los elementos formes o células. Si se centrifuga un tubo de sangre con anticoagulante, es factible observar la separación de sus componentes; en la parte de abajo, de color rojizo, 44% está formado por los eritrocitos, 1% que forma una capa blanca corresponde a los leucocitos y plaquetas y 55% que queda en la superficie corresponde al plasma. Si se deja la sangre en un tubo sin anticoagulante, se consumen los factores de coagulación y el líquido restante se conoce como suero, es ...