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La piel posee un área aproximada de 2 m2 en el ser humano adulto, lo que la convierte en el órgano más extenso del cuerpo al cual envuelve de manera completa sin dejar áreas de continuidad. En los diferentes orificios naturales la piel se continúa con las mucosas que revisten los aparatos digestivo, respiratorio y urogenital, con las cuales tiene en común una estructura básica fundamental. En los párpados, la piel se continúa con la conjuntiva y en el oído recubre el conducto auditivo externo y la membrana timpánica. La piel tiene un peso aproximado de 3 a 4 kg, lo que equivale de 6 a 12% del peso corporal. La diferencia en el peso y su equivalente en el porcentaje del cuerpo humano se debe al grosor de la capa más profunda de la piel, a saber, el tejido celular subcutáneo. Las funciones de la piel (cuadro 14-1) están relacionadas con su constitución como interfase que separa el medio interno del externo, las cuales incluyen lo siguiente:
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Protección contra las agresiones externas producidas por agentes físicos, químicos y mecánicos. De hecho, la piel provee de una eficaz protección contra la radiación ultravioleta mediante la producción de melanina, misma que actúa como un atrapado de radicales libres, con lo que atenúa el daño celular. Por otro lado, la piel posee mecanismos que interfieren con la absorción de compuestos con los cuales las personas están en contacto todos los días y que potencialmente pueden dañar al cuerpo. Asimismo, la piel constituye una eficaz barrera contra las fuerzas de arrastre a las que está sujeta la superficie corporal. Este hecho se pone de manifiesto en algunas enfermedades en que los filamentos intermedios de queratina tienen una alteración de naturaleza genética, lo que propicia una separación anormal de la epidermis en respuesta a la fricción contra alguna superficie.
El equilibrio hidroelectrolítico también es una función vital realizada por la piel, la cual impide de una manera efectiva la salida de líquido tisular, con lo que previene la deshidratación mediante la secreción de lípidos que se localizan entre las células epidérmicas. En los pacientes que sufren de quemaduras en las cuales la epidermis ha desaparecido, esta función se ve gravemente impedida, de manera que el estado de dichos pacientes se agrava debido a la intensa salida de líquido tisular. Además, en la piel las glándulas sudoríparas ejercen un control estricto en la excreción de iones presentes en el sudor. En algunos animales que carecen de glándulas sudoríparas —como los perros— la regulación hidroelectrolítica es regulada por el jadeo intenso que realizan.
La termorregulación es una función que se lleva a cabo en la piel mediante diferentes mecanismos que incluyen la secreción de sudor, la cual se evapora en la superficie corporal, lo que propicia una disminución de la temperatura; la piloerección, que permite la permanencia de una delgada capa de aire caliente sobre la superficie cutánea, y la regulación ...