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Al principio de la vida es imposible distinguir el género masculino o femenino de los embriones (cuadro 18-1). Durante ciertas etapas críticas de la embriogénesis, determinadas agresiones provocan malformaciones anatómicas congénitas del aparato reproductor. Las influencias comprenden mutaciones genéticas, factores epigenéticos, interrupción del desarrollo o estímulos hormonales anormales. Estas anomalías varían desde ausencia congénita de vagina y útero hasta defectos de fusión lateral o vertical de los conductos de Müller y genitales externos ambiguos. La diferenciación sexual es compleja y requiere tanto de vías hormonales como de desarrollo morfológico para ser normal e integrarse de modo correcto. Por tanto, no resulta sorprendente observar que los neonatos con malformaciones genitales a menudo padecen otras anomalías. Los defectos concomitantes del aparato urinario son especialmente frecuentes y están ligados a la embriogénesis simultánea de los aparatos reproductor y urinario (Hutson, 2014).
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DESARROLLO EMBRIONARIO NORMAL
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Desde el punto de vista funcional, las vías urogenitales están divididas en aparato urinario y aparato genital. El primero incluye riñones, uréteres, vejiga y uretra. Los órganos genitales de la reproducción consisten en gónadas, sistema de conductos y genitales externos. A diferencia de muchos órganos y sistemas, en el desarrollo de las vías urogenitales de la mujer intervienen múltiples tipos celulares en los que acaecen proliferación y diferenciación espacial importantes; una y otra se producen durante intervalos de tiempo relativamente precisos y dependen de los perfiles cronometrados de la expresión génica (Park, 2005).
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Los aparatos urinario y genital se desarrollan a partir del mesodermo intermedio que recorre el embrión en toda su longitud. En la etapa inicial de plegamiento embrionario surge un borde longitudinal de dicho mesodermo a cada lado de la aorta abdominal primitiva, que recibe el nombre de pliegue o cresta urogenital. Luego, la cresta urogenital se divide en cresta nefrógena y cresta genital, también llamada cresta gonadal (fig. 18-1).
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