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El cáncer cervicouterino es la enfermedad ginecológica neoplásica más común en todo el mundo. En la mayor parte de los casos, esta patología es provocada por infecciones por el virus del papiloma humano (HPV, human papiloma virus), aunque otras características del hospedador son capaces de afectar la progresión de las neoplasias después de la infección inicial. En comparación con otras enfermedades neoplásicas ginecológicas, el cáncer cervicouterino se desarrolla en una población más joven. En consecuencia, el cribado por lo general comienza en la edad adulta temprana.
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La mayor parte de los cánceres en etapa inicial son asintomáticos. Por tanto, el diagnóstico se realiza después de la valoración histológica de biopsias tomadas durante la exploración colposcópica o de un cuello uterino de apariencia extremadamente anormal. Este cáncer se estadifica en términos clínicos, lo cual, en consecuencia, orienta el tratamiento. En general, la enfermedad en etapa temprana se erradica de manera efectiva a través de cirugía. Para manejar casos avanzados el tratamiento de primera elección es la quimiorradiación. Como es de esperarse, el pronóstico de la enfermedad varía con la etapa del tumor, la cual es el indicador más importante de la supervivencia a largo plazo.
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La prevención radica, en primera instancia, en identificar y tratar a mujeres con displasia de alto grado, y en la vacunación contra el HPV. Por tanto, como se explica en el capítulo 29, se recomienda la monitorización regular y la vacunación contra el HPV para disminuir las tasas de cáncer cervicouterino en el futuro.
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En todo el mundo, el cáncer cervicouterino es común y se encuentra en el cuarto lugar de todas las enfermedades neoplásicas femeninas (World Health Organization, 2012). En general la incidencia es elevada en países en desarrollo, los cuales contribuyen con 85% de los casos que se reportan cada año. Las tasas de mortalidad son similarmente elevadas en estas poblaciones (Torre, 2015). Esta incidencia y la disparidad de supervivencia resaltan el éxito logrado por los programas de cribado de cáncer cervicouterino a largo plazo.
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En Estados Unidos esta patología es la tercera enfermedad neoplásica ginecológica más común y la onceava neoplasia maligna sólida más frecuente entre las mujeres. La probabilidad de desarrollar este tipo de cáncer a lo largo de su vida es 1 en 132. En 2015 la American Cancer Society calculó que se presentaron 12 900 casos nuevos y 4 100 muertes por esta enfermedad (Siegel, 2015). De las mujeres estadounidenses, las de raza negra y aquellas en los grupos socioeconómicos más bajos tienen las tasas de muerte por cáncer cervicouterino, ajustadas a la edad, más altas y las de ascendencia hispana presentan la mayor incidencia (cuadro 30-1). Se cree que la causa de esta tendencia radica, en primera instancia, en características culturales y económicas que afectan el acceso a los programas de cribado y al tratamiento. La ...