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Los cánceres de la vulva comprenden sólo cerca de 4% de todas las neoplasias malignas del aparato reproductor de la mujer. Muchas de las neoplasias en ese sitio se diagnostican en etapa temprana (I y II). La enfermedad avanzada se detecta más bien en ancianas, quizá por barreras clínicas y de conducta que llevan a un retraso del diagnóstico. Por tal razón, es indispensable tomar material de biopsia de cualquier zona anormal de la vulva para diagnosticar el cáncer en fase temprana.
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En Estados Unidos, los cánceres de la vulva conllevan un pronóstico comparativamente satisfactorio, con una tasa de supervivencia relativa a cinco años de 79% (Stroup, 2008). En el caso de la neoplasia extirpable, el tratamiento tradicional consiste en la extirpación radical de la vulva junto con linfadenectomía inguinal o, además, la biopsia de ganglios linfáticos centinelas. En etapas avanzadas, se puede utilizar la quimiorradiación como método primario o como complemento de la cirugía para facilitar el control tumoral. Todos estos tratamientos pueden ocasionar complicaciones extensas a corto y largo plazo, así como deformidades anatómicas y funcionales impresionantes. Por esa razón, en fecha reciente el tratamiento del cáncer de la vulva se ha orientado más hacia la cirugía conservadora que protege el desenlace oncológico, aminora la morbilidad y mejora el bienestar psicosexual.
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PUNTOS ANATÓMICOS DE REFERENCIA
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La vulva abarca el monte de Venus, los labios mayores y menores, el clítoris, el vestíbulo, los bulbos vestibulares, las glándulas de Bartholin, las glándulas vestibulares menores y las parauretrales, así como los orificios uretral y vaginal. Los bordes laterales de la vulva son los pliegues labiocrurales (fig. 38-25. pág. 818). El cáncer de vulva puede afectar cualquiera de estas estructuras externas, y lo habitual es que surja en el interior del epitelio escamoso. A diferencia del cuello uterino, la vulva no posee una zona de transformación identificable, es decir, las neoplasias escamosas surgen de manera predominante en el vestíbulo, en el borde que limita el epitelio escamoso y estratificado y queratinizado de la vulva, que está en sentido lateral, y la mucosa escamosa no queratinizada en sentido medial; esta franja de demarcación se ha denominado línea de Hart.
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En sentido profundo a la vulva están los triángulos urogenitales superficial y profundo. El primero se sitúa entre la aponeurosis perineal superficial o fascia de Colles y la membrana perineal (aponeurosis perineal profunda) (fig. 38-26, pág. 819). En este espacio están los músculos isquiocavernoso, bulboesponjoso y transverso del perineo, así como el bulbo vestibular muy vascularizado, y los cuerpos cavernosos del clítoris. Durante la vulvectomía radical el cirujano practica la disección hasta llegar a la membrana perineal. Como resultado, durante la escisión tumoral se extrae el contenido del triángulo urogenital superficial que está por detrás de la masa.
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Los linfáticos de la vulva y el tercio distal de la vagina vacían su linfa en ...