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En comparación con los fármacos antibacterianos se cuenta con relativamente pocos antimicrobianos para el tratamiento de las infecciones micóticas. Muchas sustancias con actividad antimicótica han demostrado ser inestables o tóxicas para los seres humanos, o bien, tienen características farmacológicas indeseables como mala difusión a los tejidos. De los fármacos en uso clínico actual, los nuevos compuestos azólicos tienen el más amplio espectro, con toxicidad significativamente menor en comparación con otros antimicóticos. Una nueva clase de fármacos con actividad contra la pared celular ofrecen la esperanza de toxicidad selectiva que proporcionan los betalactámicos para el tratamiento antibacteriano.
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Muchos antimicóticos son demasiado tóxicos para su uso.
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Por fortuna, la mayor parte de las infecciones micóticas ceden en forma espontánea y no necesitan quimioterapia. A menudo se da tratamiento para las micosis superficiales, pero puede utilizarse tratamiento tópico, lo que limita la toxicidad para el hospedador. Un pequeño grupo de micosis profundas que no son controladas por la respuesta inmunitaria del hospedador requiere el uso de antimicóticos por periodos prolongados. Esto, combinado con el hecho de que la mayor parte de los pacientes tiene inmunodepresión subyacente, los convierte en la enfermedad infecciosa más difícil de tratar. Las características de los antimicóticos empleados a la fecha se resumen en el cuadro 44-1, y se revisan en el texto del capítulo en relación con su sitio de acción, como se ilustra en la figura 44-1.
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