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El ictus se produce cuando el flujo sanguíneo del cerebro se interrumpe y las áreas del cerebro privadas de oxígeno mueren. Esto puede producirse por obstrucción de los vasos sanguíneos o por hemorragia.
La pérdida de oxigenación produce la muerte de neuronas a través de procesos complicados, entre ellos la excitotoxicidad, mediada por la excesiva liberación de glutamato de las neuronas dañadas y los posteriores aumentos de los niveles de calcio intracelular junto con hiperactivación de las enzimas dependientes del calcio.
La pérdida de oxigenación produce también muerte neuronal mediante la formación de radicales libres y a través de muerte celular programada genéticamente, denominada apoptosis.
A pesar de disponer de un mayor conocimiento de los procesos bioquímicos que subyacen a la muerte neuronal, el mejor tratamiento para el ictus continúa siendo el restablecimiento rápido del aporte sanguíneo cerebral y la prevención de la formación de trombos y émbolos.
Este objetivo requiere el uso de antiagregantes plaquetarios como la aspirina y el clopidogrel, y de anticoagulantes orales como la warfarina y el dabigatrán, así como de trombolíticos como el activador tisular del plasminógeno (tPA, del inglés tissue plasminogen activator), que actúa en diferentes pasos de la cascada de la coagulación.
Las migrañas parecen ser el resultado de ondas de actividad neuronal inhibidora denominada “depresión cortical propagada”; que estimula las terminaciones nerviosas trigeminales que inervan los vasos cerebrales. Esto provoca la liberación de sustancias proinflamatorias, como el péptido relacionado con el gen de la calcitonina, dentro y alrededor de los vasos, originando vasodilatación y dolor.
El tratamiento de las migrañas emplea estrategias tanto profilácticas como paliativas.
La base del tratamiento paliativo son los triptanes,
como el sumatriptán, que son agonistas de los receptores 5HT1B y 5HT1D de la serotonina.
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Las neuronas de los vertebrados están extremadamente especializadas para las funciones que realizan. Como se ha explicado en los capítulos previos, una única neurona puede recibir información de y transmitir información a miles de otras neuronas; en consecuencia, el sistema nervioso es capaz de realizar funciones extraordinariamente complejas. Además, el brusco flujo de iones a través de las membranas neuronales permite una extremadamente rápida señalización interneuronal. Sin embargo, esta especialización conlleva un coste. Es necesaria una gran cantidad de energía para mantener los gradientes iónicos a través de las membranas de los aproximadamente 100.000 millones de neuronas que contiene el cerebro humano. Aunque el cerebro representa únicamente el 2% de la masa corporal total, utiliza aproximadamente el 20% del aporte de oxígeno del cuerpo y el flujo sanguíneo del cerebro supone aproximadamente el 15% del gasto cardíaco total. La isquemia, o un aporte de sangre insuficiente, suponen la privación de oxígeno y de glucosa y la generación de metabolitos potencialmente tóxicos como el ácido láctico y el CO2. La interrupción del flujo sanguíneo del cerebro puede provocar una pérdida total de conciencia en un plazo de 10 segundos, la cantidad ...