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Introducción

Si previenes la infección, la Naturaleza por sí misma sanará la herida.

Paracelso

A lo largo de los millones de años que ha tomado la evolución de las diferentes formas de vida, la competencia por el hábitat y la lucha por los nutrimentos han propiciado mecanismos de adaptación sorprendentemente eficientes para hacer sobrevivir el DNA de las especies.1 Los mamíferos, entre ellos el ser humano, están muy bien capacitados para conservar su integridad y han desarrollado mecanismos muy complejos de defensa contra la infección.

Es así que los seres pluricelulares desarrollaron tres barreras tegumentarias efectivas para defenderse contra la infección. La primera es anatómica y previene el ingreso de los microorganismos; la segunda es la inflamatoria y su función consiste en limitar la invasión cuando ya se produjo, así como impedir su diseminación a todo el organismo; la tercera es la respuesta inmunitaria propiamente dicha. En conjunto, pocas veces son rebasadas en el transcurso de la vida, y cuando esto sucede oponen una respuesta molecular codificada y unitaria que es otra de las grandes líneas de investigación contemporánea.

Este capítulo también explica en forma breve los elementos de las respuestas inmunitarias específicas e inespecíficas.

Barrera tegumentaria

Los tegumentos son la primera barrera que previene la adhesión de los microorganismos a las superficies del cuerpo, e impiden el ingreso y la proliferación de los mismos. Esta barrera tiene cuatro componentes: 1) el límite físico formado por la integridad de la piel y las mucosas; 2) las modificaciones funcionales de la superficie, como los epitelios ciliados y las conjuntivas; 3) las secreciones locales como el moco y las inmunoglobulinas, y 4) y la flora residente que compite por los nutrientes (figura 8-1).

Piel

Es un órgano que cumple numerosas funciones y está formado por dos capas: a) la epidermis, que es un epitelio plano estratificado y queratinizado, y b) la dermis, que le da origen y sustento; ambas capas están muy adheridas.

Las faneras o apéndices cutáneos son las glándulas sudoríparas, folículos pilosos, glándulas sebáceas, glándulas apocrinas y las uñas, que se extienden hasta la dermis.

Los principales medios de defensa de la piel contra la invasión microbiana son la sequedad y el desprendimiento constante de sus capas más superficiales de queratina, que al descarnarse arrastran todo lo que tuvieran fijo y depositado en ellas. Como las bacterias necesitan humedad para desarrollarse, no lo pueden hacer en forma abundante en la superficie de los tegumentos secos, sin embargo, en las zonas húmedas como los bordes de una herida, el perineo y la espalda de los enfermos confinados a la cama, aumenta la población de patógenos y, al ...

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