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Introducción

Perder tejido es un frecuente y a menudo inevitable acompañante de la enfermedad quirúrgica.

Francis D. Moore

La obra Principios de cirugía, de Schwartz menciona que los cambios metabólicos que se presentan en consecuencia de casi todo tipo de lesión deben ser considerados en su conjunto como la respuesta metabólica al traumatismo. Dichos cambios se dividen en 1) metabólicos y de energía; 2) de metabolismo del agua y electrolitos, y 3) locales de la herida. Dichos cambios se relacionan con la modificación neuroendocrina sistémica y local; en la respuesta participan de modo integral los señaladores celulares, la migración celular y la liberación de mediadores que activan el sistema inmunológico y vascular.1

El paciente quirúrgico está expuesto a varios tipos de agresión, entre los que se cuentan la operación, la anestesia, el trastorno emocional, los periodos de ayuno y las alteraciones biológicas propias de la enfermedad, así como los crecimientos tumorales o las lesiones sufridas de manera accidental. Si la magnitud de la agresión es suficiente, la respuesta local se rebasa y los estímulos desencadenan una respuesta unitaria en la que interviene una multitud de sistemas regulados por los mediadores químicos que fueron esbozados en los temas precedentes. A esta respuesta inmoderada se le conoce como el síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SRIS), la cual se caracteriza por la liberación descontrolada de los mediadores. En el lenguaje cotidiano se identifica el cuadro clínico como el “ataque al estado general” y esta frase describe las manifestaciones objetivas de los trastornos que ocurren en la producción y uso de energía, es decir, de la repercusión sobre el estado metabólico del enfermo.

Debido a que los conceptos han evolucionado rápidamente en un continuo de definiciones que involucran a la bacteriemia, la sepsis y el choque séptico, desde 1990 la definición del síndrome de respuesta inflamatoria sistémica ha caído parcialmente en desuso debido a que no siempre ocurre en presencia de infección y se ha fraccionado a términos como “infección reciente”, “disfunción orgánica múltiple (MODS)” y “choque séptico”.2

El traumatismo y la agresión quirúrgica desencadenan una cascada de respuestas predecibles que pueden reproducirse en forma experimental. Los fenómenos pueden amenazar la vida o la integridad del sujeto, se les supone un efecto benéfico o defensivo e influyen en el proceso de recuperación del organismo. John Hunter, cirujano inglés del siglo XVIII, fue uno de los primeros en hacer constancia de que existe una tendencia natural o disposición al alivio o la curación de las lesiones. Actualmente se interpreta la respuesta al traumatismo como un programa genético que en forma innata sirve para mejorar la recuperación de los tejidos lesionados, apoyar la respuesta inflamatoria, así como minimizar la infección y las complicaciones.

La respuesta orgánica es proporcional a la magnitud de las lesiones; de modo que una incisión pequeña y limpia hecha por el cirujano sólo lesiona las ...

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