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El derrame pericárdico maligno (DPM) ocurre con más frecuencia de lo que se sospecha. En autopsias se encuentra en 5 a 30% de los casos, pero el diagnóstico en vida se realiza en 3 y 10%.1-4 Las neoplasias que lo causan con mayor frecuencia son el cáncer de pulmón, cáncer de mama, leucemia, linfoma y melanoma,1,3,4 pero también se debe a tumores primarios del pericardio como el mesotelioma; las neoplasias primarias del corazón rara vez producen derrame pericárdico.
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El pericardio tiene una capa exterior fibrosa (pericardio parietal) constituida por colágena y fibras elásticas, y una membrana serosa interna (pericardio visceral) compuesta por una fina capa de células mesoteliales. El espacio entre ambas capas contiene 10 a 15 ml de líquido transparente que funciona como lubricante.
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Varios ligamentos se extienden desde el pericardio hasta la columna vertebral y el diafragma, lo que mantiene al corazón en su sitio durante los cambios de posición corporal. La resistente capa exterior constituye una barrera a la extensión directa de las neoplasias hacia el corazón. Las metástasis son la causa más frecuente de pericarditis y derrame en los pacientes de oncología. El compromiso pericárdico ocurre por infiltración linfática retrógrada o diseminación hematógena.5-7
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El taponamiento cardiaco ocurre cuando se acumula tal cantidad de líquido en el espacio pericárdico que incrementa la presión interna, disminuye el volumen de llenado al final de la diástole, el volumen de expulsión y, por tanto, el gasto cardiaco.3 La reducción progresiva del gasto cardiaco conduce a una activación adrenérgica compensatoria que se traduce en taquicardia y aumento de la contractilidad miocárdica. Si el taponamiento no se trata de manera oportuna, los mecanismos compensatorios se vuelven insuficientes para evitar el descenso de la presión arterial sistémica y se produce el colapso hemodinámico.8-10
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Manifestaciones clínicas
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La acumulación lenta de líquido en el pericardio que ocurre en el paciente oncológico permite la distensión de aquél hasta alcanzar volúmenes importantes antes de que aparezcan manifestaciones. En el paciente oncológico, el taponamiento rara vez ocurre de forma aguda; por lo regular, sucede cuando las manifestaciones clínicas han estado presentes durante dos a seis meses. Para el cuadro agudo, la presencia de 250 cc es suficiente para producir el cuadro clínico que antecede al taponamiento, mientras que para este padecimiento, que por lo regular es crónico, se han llegado a obtener hasta 1 750 cc de líquido en el espacio pericárdico.
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Las manifestaciones iniciales son inespecíficas. El cuadro florido se caracteriza por disnea, que ocurre en más de 90% de los sujetos, y a menudo se relaciona con tos y dolor torácico. Las manifestaciones objetivas incluyen taquicardia, pulso paradójico, hipotensión y presión venosa elevada, que produce plétora yugular.11-13 El curso de la enfermedad es lento pero progresivo hasta la agudización del cuadro ...