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El cáncer cérvico-uterino (CACU) es la segunda causa de muerte por patología maligna entre las mujeres, sólo después del cáncer de mama. Se estima que, en México, cada dos horas muere una mujer por esta neoplasia, y la detección en este país es muy deficiente.
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Es la segunda neoplasia maligna más frecuente en mujeres del mundo entero.1,2 En 2003, en México ocupó el primer lugar de incidencia con 24 094 casos nuevos (43 casos por cada 100 000 mujeres), lo que representó 23.5% del total de los tumores malignos en la mujer, de los cuales 38.3% correspondieron a tumores invasores y 61.7% a carcinomas in situ. Durante el mismo año se notificaron 4 326 defunciones.
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Algunos estudios han identificado los siguientes factores de riesgo para la aparición de esta neoplasia: nivel sociocultural bajo, inicio de la vida sexual a edad temprana, múltiples parejas sexuales, varón de alto riesgo (por tener múltiples parejas o alguna de ellas con el antecedente de CACU), infección por virus del papiloma humano (HPV), tabaquismo e infección por virus de inmunodeficiencia humana (HIV).2 Estos factores hablan del origen infectante de la neoplasia.
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Evidencias señalan que esta neoplasia se debe al HPV hasta en 98% de las ocasiones. De este virus se han identificado más de 100 serotipos y cerca de 20 afectan al cérvix uterino, algunos son conocidos como de alto riesgo: 16, 18, 31, 33, 35, 39, 45, 51, 52, 56 y 58, y otros de bajo riesgo: 6, 11, 42, 43 y 44; estos últimos se asocian principalmente a lesiones benignas o condilomas.3 En las mujeres mexicanas se han identificado a los tipos de alto riesgo 16 y 18 como los más frecuentes, ya que están presentes hasta en 80% de CACU.
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En mujeres con lesiones intraepiteliales es importante determinar la carga viral (más que el subtipo viral), la cual asociada a otros factores de riesgo como el tabaquismo crónico, pueden propiciar la progresión y el desarrollo de una lesión invasora.4 Una vez presente la infección por HPV, ésta puede manifestarse como una lesión intraepitelial progresiva o bien, mantenerse en forma subclínica o latente. Las lesiones pueden ser multifocales en el cérvix o multicéntricas, es decir, afectan diferentes áreas del tracto genital inferior. La afección puede ser por uno o más tipos de HPV y una vez que se confirma su presencia debe considerarse la presencia de otros factores de riesgo, debido a que la presencia del virus no significa por sí sola una progresión a cáncer. Como se mencionó, se han aislado con mayor frecuencia los tipos 16 y 18, sobre todo en los carcinomas cervicales de tipo escamoso y glandular, respectivamente.
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La evidencia indica que más de 40% de las lesiones intraepiteliales de alto grado (LIEAG) y ...