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El cáncer de pene es una neoplasia poco frecuente. La prevalencia e incidencia en países desarrollados y en vías de desarrollo son muy disparejas y esto se debe en parte al estilo de vida que se lleva en cada uno de ellos.1 En Europa y Estados Unidos, se tiene una incidencia menor de 1 por cada 100 000 varones, pero en lugares como India, Brasil y Uganda la incidencia puede llegar hasta 8.3 por cada 100 000 hombres.2,3 Dentro de estas mismas series, la población hispanoamericana tiene la mayor incidencia4 La cantidad aumenta con la edad, con su mayor pico en la sexta década de la vida.5 En México, según el Registro Histopatológico de Neoplasias Malignas (RHNM) 2003, el cáncer de pene ocurrió en 346 pacientes (tasa de 0.91 por 100 000 habitantes), que representa 0.31% del total de las neoplasias malignas. Dentro de este mismo registro, la muerte ocurrió en 103 casos (tasa de 0.2 por 100 000), lo que representa 0.17% de las muertes por cáncer.
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Fimosis e inflamación crónica del pene, esporalene y fototerapia con rayos UV-A, tabaquismo, infección por el virus del papiloma humano (HPV), múltiples parejas sexuales a temprana edad.4,6-9
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Modelo básico explicativo de la enfermedad
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Un modelo básico explicativo de la enfermedad es aquel que explica la carcinogénesis del HPV a través de su interacción con oncogenes y genes de supresión tumoral. Esto se puede asumir debido a que 70-100% de muestras con neoplasia intraepitelial son positivas al DNA del HPV y también en 30-40% de los cánceres invasores.10 No hay un modelo convincente para aquellos tipos de tumores que no dependen de la infección por HPV, además de que no se ha encontrado ninguna evidencia clínica de diferencia en la sobrevida o invasión a ganglios linfáticos entre los pacientes que son HPV positivos con respecto a aquellos que no lo son.4
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Historia natural de la enfermedad
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El inicio de la enfermedad es una lesión pequeña con un patrón de crecimiento papilar o plano que se extiende de manera lenta y gradual. Las formas papilares provienen de lesiones verrugosas del glande o del prepucio que pueden ocasionar gran destrucción peniana, mientras que las lesiones planas invaden hacia la profundidad, sin alterar la morfología del pene, pero con mayor tendencia a producir metástasis. Ambas formas pueden ulcerarse o fistulizarse y de esta manera infectarse, por lo que pueden existir secreciones purulentas fétidas. La fascia de Buck actúa como barrera natural para la extensión local del tumor; la penetración de ésta y de la túnica albugínea es el paso fundamental para la diseminación hematógena.11 La ruta de diseminación más rápida es a través de las vías linfáticas a los ganglios inguinales, con el siguiente patrón: el drenaje linfático ...