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El contacto humano con el ambiente marino es cada vez más frecuente conforme aumenta el uso recreativo y comercial de los océanos del mundo. Además de los peligros de ahogamiento y exposición al frío, el ambiente marino constituye el hábitat de fauna marina peligrosa. Muchos animales marinos desarrollaron dientes filosos y espinas o glándulas venenosas usadas para la defensa y la depredación. Los encuentros con la vida marina pueden causar lesiones traumáticas o envenenamiento que requieren atención médica urgente. La atención para estos trastornos puede complicarse más por la lejanía geográfica del ambiente marino con un sitio para la atención médica definitiva.
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La información epidemiológica casi siempre se organiza por región geográfica. Las exposiciones informadas con mayor frecuencia en Estados Unidos son a medusas (31%), rayas (16%), peces venenosos (incluye pez león, bagre y otros) (28%) y gastrópodos (6%).1 Sin embargo, es probable que los datos favorezcan las lesiones más graves y excluyan lesiones menores frecuentes. Es probable que el impacto humano altere la distribución geográfica de la fauna marina conforme el cambio climático afecta los patrones de migración y las vías acuáticas artificiales conectan cuerpos de agua y sus ecosistemas hasta entonces separados.2,3
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El International Shark Attack File registró 2 074 ataques no provocados de tiburones entre 1960 y 2013; Estados Unidos informó más ataques que cualquier otro país y Florida más reportes de ataques que cualquier otro estado.4 A pesar de la percepción pública, el riesgo de un ataque de tiburón es extremadamente bajo en comparación con casi cualquier otra lesión. Es probable que haya entre 70 y 100 ataques de tiburón en todo el mundo cada año, con cinco a 15 muertes.4,5 Aunque la incidencia de ataques de tiburón ha aumentado de manera continua desde 1900, la mortalidad ha caído 40% en los 30 años siguientes a la Segunda Guerra Mundial hasta las tasas actuales aproximadas de 10 a 20%.6 Por lo general, la muerte es resultado de la falta de reanimación en un hospital, choque hemorrágico o ahogamiento.
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Hay informes de ataque de otras criaturas marinas a seres humanos, casi siempre en defensa de su territorio, más que para alimentarse. La gran barracuda (Sphyraena barracuda) es la única especie de este tipo implicada en ataques a seres humanos.6 Las morenas, que viven en aguas tropicales y templadas, pueden infligir lesiones graves por punción o laceraciones, a menudo en las manos de buceadores curiosos. Otros vertebrados marinos que causan lesiones traumáticas a los seres humanos incluyen meros gigantes, leones marinos, focas, cocodrilos, lagartos y pirañas. Algunos peces con espinas y aletas afiladas (pez aguja, peto y pez ballesta) pueden lesionar a los seres humanos de manera inadvertida. Las heridas causadas por las interacciones con tales criaturas son una combinación de lesión por aplastamiento, abrasión, punción y laceración.