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INTRODUCCIÓN Y EPIDEMIOLOGÍA

Los hongos son una causa frecuente de exposición tóxica; en 2012 se informaron más de 6 600 exposiciones a hongos tóxicos y seis muertes en los centros para control de tóxicos. Más de la mitad de esas muertes ocurre en niños <6 años de edad.1

Por fortuna, la mayor parte de las exposiciones a hongos informadas tiene un resultado benigno.2,3 Para evita dicha intoxicación, se debe evitar la ingestión de hongos silvestres. No es sencillo reconocer entre los tóxicos y los no tóxicos. Las toxinas de los hongos no son termolábiles, por lo que no se destruyen ni desactivan con la cocción, enlatado, congelación, desecación ni otros medios de preparación de alimentos.

Según sea el tipo de hongo, los efectos adversos de la ingestión varían desde síntomas gastrointestinales (GI) leves hasta efectos citotóxicos graves que causan falla orgánica y muerte. La toxicidad también varía con la cantidad ingerida, la edad del hongo, la estación, la región geográfica y la manera como se preparó el hongo antes de ingerirlo. Es posible que un individuo muestre efectos graves, mientras otro permanece asintomático después de ingerir el mismo hongo (cuadro 219-1).

CUADRO 219-1Hongos: síntomas, toxicidad y tratamiento

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