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INTRODUCCIÓN Y EPIDEMIOLOGÍA
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Las lesiones torácicas cerradas representan hasta la cuarta parte de todas las muertes relacionadas con lesiones.1 El mecanismo de lesión y la gravedad del daño hístico predicen la evolución clínica y el resultado.2 En general, las lesiones que no penetran la pleura pueden tratarse con medidas conservadoras, como cuidados de la herida u observación. Las lesiones penetrantes que perforan la pleura casi siempre causan neumotórax, acompañado de hemotórax en la mayor parte de los casos. El tratamiento es de sostén después de la toracostomía con sonda.
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La contusión causa daño por lesión directa, compresión y por las fuerzas de aceleración o desaceleración. En ocasiones, los pacientes con contusión significativa ameritan intubación y ventilación mecánica, además de procedimientos con penetración corporal como toracostomía con sonda. En general, las víctimas con lesiones penetrantes que sobreviven para llegar al hospital tienen mejores resultados que los que sufren contusiones torácicas. El traumatismo torácico cerrado por estallidos se describe en el capítulo 7, Lesiones por bombas, explosiones y aplastamiento. Las lesiones torácicas penetrantes en la "caja cardiaca" (fig. 262-1), un área delimitada por la escotadura esternal, la apófisis xifoides y los pezones, son razón para presuponer lesiones cardiacas o en los grandes vasos hasta demostrar lo contrario.
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MANIFESTACIONES CLÍNICAS
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Los síntomas más frecuentes del traumatismo torácico son dolor torácico y disnea. Lo más frecuente es que el dolor se localice en el área afectada de la pared torácica, aunque a veces se refiere al abdomen, cuello, hombro, espalda o brazos. La disnea y la taquipnea son hallazgos inespecíficos y también pueden deberse a la hemorragia, al dolor por otras lesiones o a la ansiedad.
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Se realiza una exploración física rápida durante las valoraciones primaria y secundaria para detectar lesiones que pongan en peligro la vida.
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Se inspecciona la pared torácica en busca de contusiones, abrasiones y otros signos de traumatismo, incluido el "signo de cinturón de seguridad" que podría sugerir lesión por desaceleración o lesión vascular. Se explora el tórax en busca de signos de movimiento paradójico o tórax inestable, hemorragia intratorácica y heridas torácicas abiertas. El paciente debe hacer un esfuerzo ventilatorio razonable para demostrar estas lesiones.
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Las venas distendidas del cuello sugieren la presencia de taponamiento pericárdico, neumotórax a tensión, insuficiencia cardiaca o embolia gaseosa; sin embargo, en caso de hipovolemia este signo podría estar ausente. Si hay cianosis o edema de la cara y el cuello, debe sospecharse lesión grave en el mediastino superior con oclusión o compresión de la vena cava superior. El enfisema subcutáneo por desgarro de un bronquio o laceración pulmonar también puede causar edema intenso de la cara y el cuello.
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El abdomen escafoideo sugiere una lesión diafragmática con hernia del contenido abdominal hacia el ...