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Las diferencias en cognición, comportamiento y funcionamiento emocional entre niños, adolescentes y adultos se conocen desde hace milenios. A la mano de estas observaciones la noción de cómo la salud mental se manifiesta (y cómo se altera) a lo largo de la vida ha sido el motivo de discusiones en varios campos, desde teología hasta neurobiología.
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Durante este tiempo diversas teorías de la salud mental en el ciclo de la vida han emergido. Pasando por Freud, Klein, Bowlby, Jung, Erikson, Piaget y Vygotsky, múltiples teorías de la ontogenia de las funciones mentales y las patologías que de ellas emanen han desfilado en las aulas de escuelas de medicina, psicología, sociología y antropología; algunas de ellas (para bien o para mal) han dejado una indeleble huella en el entendimiento actual de cómo el humano vive y experimenta su salud mental y cómo la pierde.
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Este capítulo no pretende describir con detalle estas teorías ni sus indiscutibles victorias ni las refutaciones que demolieron sus dogmáticas insistencias. En cambio, sí tiene como objetivo combinar las últimas nociones derivadas de estudios clínicos y epidemiológicos de psicopatología y salud mental con los avances en el área de neurociencias del desarrollo.
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Asimismo, ajustar el concepto de ciclo de vida a una serie de etapas marcadas por el advenimiento de eventos sociales (como escolarización, vida independiente, matrimonio, etc.) resulta una empresa artificial y poco práctica. Un modelo de salud mental y ciclo de vida que imponga etapas definidas por la normalidad del mundo industrializado de Occidente tendrá poca utilidad para explicar el “ciclo de vida” de un individuo de la etnia Chochol de la sierra zapoteca. Además de la falta de validez transcultural de un “ciclo de vida”, existe el problema de validez temporal; piense no sólo en las diferencias de esperanza de vida entre un individuo que nació en 1950 y uno que nació en 2016, sino en las diferencias entre lo que socialmente se entiende ahora por “familia” y “adolescencia”.
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Debido a esto, en lugar de hablar de etapas de vida se consideran procesos asociados con el curso de la vida y su importancia en la adaptación del individuo a su medio ambiente. El estudio de la salud mental y el ciclo de vida debe ir más allá del conteo de frecuencias y de la descripción detallada de síndromes y trastornos en las etapas discretas de la vida hacia la vinculación entre neurociencias, desarrollo y salud mental. El objetivo de este capítulo es integrar los mecanismos biológicos que subyacen al desarrollo de diversas funciones mentales y el impacto de influencias ambientales en la salud mental. Dicha estrategia acercará los campos de estudio de la psicología, neurociencias y psiquiatría al área de una terapéutica precisa y una verdadera prevención primaria.
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Una nota de advertencia al estudiante de medicina, psicología y psiquiatría: con esto último la idea no es transmitir que el acto ...