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Este capítulo se enfoca principalmente en los elementos no musculoesqueléticos de la cabeza y el cuello, pues la médula espinal y los temas de TMJ se tratan en el capítulo 10. Es común que el clínico inexperto determine primero las causas en la evaluación de un paciente. El proceso de evaluación prosigue como una presentación de paciente traumático vs. no traumático.
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Cuando la causa es un trauma, el médico determina de inmediato la posibilidad de daño intracraneal. Como existe una relación inversa entre el estado neurológico y el daño craneal, a menudo se utiliza la escala de coma de Glasgow para su detección. La escala tiene un valor máximo de 15 puntos, con tres criterios de evaluación: ocular, verbal y motor. Inicialmente se utilizó para hacer una evaluación por categorías en sujetos con daños cerebrales y ahora se ha convertido en el criterio de detección utilizado con mucha frecuencia.1 Una puntuación igual o mayor que 13 se asocia, por lo general, con un daño menor; mientras que una puntuación menor que 8 o 9, se considera severa. Los puntajes moderados o intermedios son más difíciles para interpretar y luego determinar la mejor aproximación para la obtención de imágenes. Los criterios de actuación (ACR, Appropriateness Criteria) para traumas de cráneo indican que la modalidad “dirigido a” suele ser un escaneo por CT sin contraste.2 En el caso del paciente que ha sufrido un traumatismo menor/moderado y tiene una puntuación de Glasgow por encima de 13, los médicos han establecido que se deben considerar factores de riesgo específicos adicionales, incluyendo dolor de cabeza, vómitos, intoxicación por drogas, edad avanzada (>60), convulsiones y sospecha de fractura.3,4 Estos factores brindan la posibilidad de valorar aquellas situaciones que quedan fuera de la norma y proporcionan un límite adecuado en relación con la exposición a la radiación ionizante, a la vez que permiten el diagnóstico requerido.
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El gran valor de la imagen obtenida por CT de cabeza y cuello incluyen la sensibilidad para permitir la visualización de la mayoría de las estructuras internas a ser evaluadas, velocidad de escaneo, manipulación posterior a la obtención de la imagen y las pocas contraindicaciones absolutas. Aunque los médicos continúan reduciendo la cantidad de radiación ionizante necesaria para la toma de decisiones informadas, la urgencia y valor del uso de la CT en los casos de cabeza y cuello sobrepasan la preocupación por la exposición a la radiación en casi todas las situaciones, especialmente en las de emergencia. En aquellas con moderado o alto riesgo de daño intracraneal, el escaneo por CT permite evaluar sangramiento, desplazamiento de línea media (una lesión que empuja hacia/desde un lado del cerebro) y cambios generales en los tejidos (figura 5-1).
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