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Como el complejo del tobillo sirve de transición entre la pierna y el pie, en estas estructuras aparecen fuerzas significativas, que resultan en daños frecuentes. El talus se ubica entre los maléolos medial y lateral, dentro de lo que se describe como el mortise del tobillo. La orientación del mortise (maléolo lateral más distal y posterior que el medial) dicta que el movimiento de la flexión plantar tenga una componente de inversión, mientras que la dorsiflexión incluye reversión total. Como la extremidad inferior rota internamente durante la ambulación, y el pie debe ser capaz de colocarse sobre la superficie, la unión próxima inferior al pie proporciona un mecanismo para la disipación de la rotación (juntura subtalar) mientras permite que el pie se adapte a superficies no planas (sirviendo como un adaptador móvil). Es obvio que una variedad de estructuras ligamentosas se requieren para controlar las estructuras oseas y la interfaz con las unidades musculares que permiten el funcionamiento normal. Las estructuras oseoligamentosas se muestran en la figura 17-1 A, B, respectivamente, en las orientaciones medial y lateral. Estas relaciones se han descrito en detalle por Inman.1 Es interesante notar que Inman usó modelos para implicar la interrelación intrincada y al igual que el tobillo se debe ver como una parte de un complejo más general. Esto se puede percibir como habilitando la extremidad inferior para realizar tareas “funcionales” requeridas, mientras que permite al pie transferir cargas de peso. Desafortunadamente, las cargas grandes y la acción triplanar de estas estructuras las predisponen a los daños.
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Las vistas iniciales son las tradicionales anteroposterior (AP) y lateral siguiendo la regla de 90° (figuras 17-2 y 17-3). Cuando la orientación del domo talar en el mortise está en entredicho, se realiza una vista del mortise (figura 17-4). Algunos clínicos prefieren lo que se describe como una vista oblicua, que es de alguna forma más efectiva en delinear las relaciones maleolares (figura 17-5). Los clínicos típicamente verán una “serie del tobillo” que incluye una AP, lateral, y la mortise o la oblicua. Es muy interesante notar que uso de rutina de la serie del tobillo se ha cuestionado ya que un conjunto de palpaciones manuales y observaciones clínicas parecen ser suficientes para descartar fracturas, cuando se aplican por terapistas o cirujanos.2
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